PEZONES Y SATÉN

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Permítame contarte sin tapujos
que las páginas donde la luna te desnudaba,
no las olvidaré ni en su más mínimo detalle,
ni aquella mirada,
ni sus manos inquietas camino abajo o
en tu quietud,
cada una de las secretas confesiones,
cada cosa por más pequeña,
cada timida palabra
que seguramente cualquiera borraría con el tiempo,
jamás olvidaré,
ni aquellos rincones
donde el arte divino ha puesto los lunares par avivar las zonas de conflicto,
el secreto de los impávidos senos
con los pezones ruborizados emergiendo tímidamente bajo la lencería,
en esa batalla del culto con la carne debil,
mucho menos los poros que fueron destilando el desenfreno de la piel y los delicados cortes de satén y muselina humedecida,
despilfarrando las ansias más sublimes.
No olvidaré siquiera los pequeños miedos que solían esfumarse fácilmente
y las horas dónde mayormente pierde el inmaculado pensamiento una ninfa,
mucho menos la voz que buscaba en sus disimulados ruegos la complicidad y confidencia que cualquier mujer sabe
que sobra
en un verdadero caballero
escribiendo un poema desde la vistilla de su alcoba.
No olvidaré que conociendo la deuda
del pecado,
me dejaba condenar por la cuestionada inocencia tuya
o la increíble capacidad para disimular el babel de su interior.
Y aunque muchas veces me abstuve de permitir mi desiquilibrio
puedo decir con absoluta certeza que jamás logré mirarte con la ética del poeta que creías,
tal vez mis ojos simulaban la tranquilidad de un pequeño verso
pero mi mente ya había desnudado y devorado palmo a palmo tan extraordinaria desnudez.
Permítame,
sin tapujos contarte,
que aunque pasen los siglos
no olvidaré como la luna iba quitando cada prenda para complacer
a mi mente,
a mi deseo silencioso y
a mi pasión por el arte de escribir algunos versos
mientras me perturbaban tus pezones y el satén humedecido...

POESIA ERÓTICA Y OTROS DEMONIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora