AÚN CUANDO NOS AMAN

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Huele a sexo la mañana, a infidelidad,
a sábanas que guardan en cada hilo tejido
el sudor dulce de la pervertida noche,
senos testigos de tanto fuego
y labios en todas las estaciones de la enorme cama,
huele a pecado de esos que inquietan al alma
y cuando pasa el cansancio
inquietan la mente hasta pervertir de nuevo cada vena,
cada poro, cada centímetro de conciencia
y cada miedo que impide pecar cuando nos aman,
aún así permitiese amedrentado
ante la humedad de nuestro deseo,
este sexo tan prohibido como excitante,
tan perverso como divino.
En la mesa de noche reposa cada prenda rasgada por la ansiedad
y una flor que fue invitada sin saber
que contrastaba con la locura de la noche,
en sus pétalos quedaron gotas de sexo
que al penetrar su particular aroma,
parecía vulnerar su virginidad pura
y se palpaba tan húmeda,
tan pervertida, tan cómplice de nuestro pecado
que prefirió perder su inocencia
y ser parte de nuestro idilio prohibido.
Huele a sexo al abrir el cielo su mañana,
a infidelidad, a incitante pecado,
aún cuando sentimos que nos aman.

ISAYO

POESIA ERÓTICA Y OTROS DEMONIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora