POESIA ERÓTICA Y OTROS DEMONIOS

SUBYUGANTE

Te acuerdas princesa mia,
cuando reprochabas mis años y
solías decir que tantos
almanaques juntos
eran un impedimento,
que no habría fuego en la intimidad,
que mi sexo tal vez no sería osado,
ni atrevido,
que por mi educada manera de hablar
se sentía un poco menos pervertido,
que mis flores y chocolates
reflejaban un ser inocente,
sereno y sin erotismo.
Y mi habitual forma de vestir, impecable siempre,
la calificabas como de caballero
sin vicios ni manías.
Hoy
despertando en mi alcoba,
cuando los pétalos esparcidos
en mi habitación
le daban el toque divino a la locura,
a quella locura nuestra,
recordé cómo siendo mía
tomaba un poco de aire
para no ahogarse,
sentía irse la vida entre las sábanas,
y como en ese fuego despiadado
tus gemidos huían
por las persianas de mi alcoba mientras ibas deshilachando las sábanas
para detener tu clímax.
Recuerdo tu mirada inocente buscando al sumiso y
no lo hallabas,
buscando al sutil y
sentías la perversidad
arrebatar tu aliento y
al hombre sin manías,
ahora subyugante,
te sumergía humanamente
en la excitante suciedad
hasta mojarte,
hasta hacerte venir
una y otra vez,
¿ dónde estaba él?
el hombre de muchos almanaques,
ya no importaba porque
se que te gustó
lo impredecible que suele ser el amor a ratos.
Princesa mía,
los años no son impedimento,
la juventud trae la suave fragancia
de lo prohibido y
la sabia experiencia seduce
hasta el rincón
más inquieto del cuerpo.
Señorita,
estas flores y algunos
chocolates y
mi educada manera de hablar
son la garantía que en mi alcoba,
un caballero te hará fetiche y
perversa,
Y mi subyugante mirada,
el impredecible amor y
mi erótica manera de quitar
tus bragas,
con una palabra
un beso
y mis tantos almanaques
quedarán en el olvido
para que esta locura impredecible,
se quede
por siempre en tu memoria.