Primer encuentro con la realeza

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— ¿Padre?

— Dime hijo.

— ¿No crees que era mejor no enviar a los chicos al otro mundo?

— Emmanuel, cuántas veces te lo tengo que decir, todo el pueblo e incluso los reinos Acacio y Hermión depende de nosotros y para que eso se logre debemos demostrar que los podremos apoyar por más años y sólo lo podemos hacer si te casas y tienes hijos ¿lo entiendes?

— Claro que lo entiendo, pero puedo gobernar ya, sin la necesidad de casarme de inmediato.

— ¿Cómo que no necesitas casarte?

— Es la verdad.

— Detrás de un rey debe de existir una mujer que esté ahí para él en cualquier momento.

— Pero yo creo que...

— Emmanuel, ya dije. Sólo debemos esperar a que Dante traiga a tu novia.

A un par de kilómetros del castillo, los residentes de Condere regresaban de su viaje en busca de la esposa del príncipe del reino Lederman. Aquella chica se encontraba en un estado de negación y posiblemente estaba lista para pelear con sus "secuestradores", aún no podía entender cómo es que el gigantón de nombre Dante había podido cargarla sin haber muerto en el intento, gritaba con todas sus fuerzas desde que el guardián la tomó entre sus brazos. Comenzó a sentir miedo en el momento en el que los otros chicos cruzaron por aquel portal y desaparecieron de ese mundo.

— ¿Lista enana?

— Dante por favor.

A los oídos de Dante ella estaba dando su aprobación para cruzar el portal. Él dió el primer paso y al segundo ya estaban en Condere, durante ese segundo Thelma cerró con todas sus fuerzas sus ojos, esperando el impacto de cambiar de un mundo a otro, pero el impacto nunca llegó. La bienvenida por parte de Simón hizo que abriera los ojos, lo primero que recibió fue una inmensa luz por parte del sol, era un día soleado, también fue bienvenida por el cantar de los pájaros y el sonido de las hojas de los árboles moverse con el viento. Dante la bajó, más bien la tiró al suelo, pero no de manera agresiva como hubiera querido el chico.

— Gracias por tu amabilidad gigantón —dijo Thelma en el suelo.

— Ni pienses que te voy a cargar hasta el castillo.

— Chicos, yo en serio agradezco la oportunidad de conocer su mundo, pero prefiero que sean unas vacaciones en vez de un matrimonio arreglado. Así que tomaré mis cosas y regresaré a mi mundo.

— Ni lo pienses —Dante se colocó frente a ella.

— ¿Me estás probando? ¿Acaso ya se te olvidó que terminaste en el suelo con una ligera patada?

— ¿Y tú recuerdas que te obligué a cruzar?

— ¡Chicos! —exclamó Simón.

— ¡Qué! —gritaron ambos.

— Los guardias del castillo ya vienen.

Al escuchar a Simón sobre la nueva situación a la que se enfrentarían, Dante mostró una sonrisa que reflejaba logro y arrogancia, por su parte, Thelma reflejó una cara de susto y al ver aquella sonrisa de su contrincante supo que nada bueno vendría con los guardias, por lo que comenzó a correr, no en dirección del portal porque ahora ya sabía que sería sumamente difícil el derribar de nuevo al chico, por lo que corrió hacia la derecha. Los primeros segundos de su huida fueron sencillos ya que Dante la miró correr, quedó desconcertado al ver que la chica no trató de derribarlo, en su mente pensó que era muy lista, cuando al fin se dio cuenta de lo que había pasado, la siguió.

El portal que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora