Una pista

3 1 0
                                    

— ¿Y es lo único que ha escuchado sobre los portales? —preguntó Emmanuel a un lugareño.

— Así es muchacho, los que más saben sobre eso son los que viven a los costados de los castillos, aquí en los pueblos, a nosotros no nos llega ese tipo de información.

— Ya veo.

— ¡Señor! ¡Señor! —exclamaba Simón corriendo entre la multitud de gente, evitando llamar al príncipe por su título.

— Simón, no me digas señor —susurró Emmanuel.

— Lo siento, es que me es muy difícil llamarlo por su nombre.

— Pues lo tienes que hacer si no queremos llamar la atención.

— Está bien, lo intentaré, Emmanuel.

— Nada mal.

— Gracias, pero me duele todo el cuerpo al pronunciarlo de esa manera.

— ¿Encontraste algo?

— Nada en los libros señor, perdón, Emmanuel, solo hubo un libro que llamó mi atención y quisiera más tiempo para revisarlo.

— Hazlo.

— Solo que hay un problema con él.

— ¿Cuál?

— Me piden dinero.

— ¿Por?

— Al parecer el autor del libro así lo dejó escrito.

— Bueno, si crees que el libro nos servirá de algo, ten —dijo Emmanuel dándole un par de monedas de oro— Buscaré a Dante y te iremos a hacer compañía.

Mientras que el príncipe buscaba a su amigo entre las calles de Teruel, Thelma y Alexander corrían por los callejones de aquel pueblo, tratando de esconderse de los chicos que lo habían molestado.

— ¡No puedo creer que hayas hecho eso! —exclamó Alexander sorprendido por el actuar de la chica.

— No voy a dejar que cualquier idiota me trate de esa manera.

— Pero no sabemos de lo que son capaces, tal vez tengan a gente mala de su lado y en este momento nos están buscando para matarnos.

— Oye, respira.

— No, esto no era parte del plan.

— ¿El plan de Dante?

— ¡No!

— ¿Cuál plan?

— Nada, no era ningún plan.

— Parece que la adrenalina de la situación te hizo volverte un poco paranoico.

— ¿Adrenalina?

— Sí, es la. Bueno, no sé cómo explicarlo biológicamente, pero sale de tu cuerpo y hace que puedas actuar ante el peligro.

— ¿Cómo?

— No sé, no fui muy buena en biología en la preparatoria.

— ¿Preparatoria?

— Sabes qué, mejor busquemos a los demás y así tal vez nos digan qué hacer ante los idiotas esos.

— ¿Qué es un idiota?

— Es mejor que deje de hablar.

— No, por favor. Me gusta cuando hablas porque dices cosas tan...

— ¿Tontas?

— Nunca. Lo que quise decir es que eres muy inteligente.

— Yo no diría eso.

— Para mi lo eres. Y eres la primera chica que veo golpear a un hombre y me gusta.

El portal que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora