Promesa

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La tarde era tranquila, el sonido del viento entre los árboles era lo único que se lograba percibir en el bosque, pero mientras se adentran más en su profundidad, el ruido del dolor era lo único que los oídos captaron.

Cerca de la montaña Teide, cientos de personas trabajaban día y noche, sin descansos, siguiendo las órdenes de una familia.

Los Fonseca.

Ese lugar se había convertido en el punto de reunión de aquella organización, todos aquellos que siguieran sus creencias vivían con sus familias, sirviéndoles como si fueran de la realeza. Decenas de casas de madera construidas por ellos mismos se amontonaban alrededor de la entrada a una cueva que se ubicaba dentro de la montaña.

Aquellos que no fueran miembros de la familia no tenían permitido entrar a la cueva o como era llamada "El hogar", ya que solo los Fonseca tenían permitido entrar. Hasta el momento esa familia había resguardado a sus miembros por más de 4 generaciones y más que un resguardo era un encarcelamiento.

Desde el momento en el que el fundador de aquella familia juró destruir a los reinos, toda su descendencia estaba destinada a sufrir y cumplir esa promesa. En cuanto los hijos de aquel hombre cumplieron 16 años, él se dedicó personalmente a encontrarles una pareja adecuada a sus hijos para que lograran seguir con la herencia.

Algunas de las personas seleccionadas para formar parte de los Fonseca eran hijos de los miembros que apoyan sus ideales, sin embargo,  si no lograban encontrar a la pareja perfecta acudían a los pueblos de todo Condere buscando y secuestrando cuando las personas no aceptaban contribuir con su plan.

Fue así que el miedo de padres de familia se apoderaba de su vida al enterarse que un nuevo miembro de la familia Fonseca había cumplido la edad para comprometerse. Después de varios años y varios compromisos realizados, se establecieron algunos tratos con las personas más poderosas de los pueblos, en donde crearon lugares en donde las mujeres trabajaban pasando el tiempo con hombres, la única razón de la creación de espacios así era para que la búsqueda de las mujeres fuera más sencillo, puesto que la mayoría de las chicas que trabajan ahí no tenían familia o tenía una deuda que pagar. Y fueron de mucha ayuda con el paso de los años ya que la mayoría de los hijos que tenían los miembros de la familia Fonseca eran varones.

Una vez que el matrimonio se hacía realidad, la pesadilla para las mujeres y niños iniciaba. El único propósito de las esposas era dar a luz a la mayor cantidad de hijos que pudieran. Cuando el niño nacía era mantenido en "El hogar" hasta la mayoría de edad, por lo que su niñez era controlada en cada aspecto.

Se les enseñaba a leer y escribir, un privilegio que no cualquiera tenía, a su vez pasaban horas recibiendo charlas sobre su familia y su objetivo contra los reinos. Al estar encerrados no convivían con otros niños ni tenían idea de cómo era el mundo fuera de la cueva, provocando que las ideas que les decían los adultos se volviera un credo para ellos.

De igual manera, eran entrenados con combate, ya que no sabían en qué momento iniciaría la guerra. Otros niños jugaban con ramas o en el agua, pero los niños Fonseca eran entrados como militares desde que aprendían a caminar.

Y todo eso para los varones, mientras que las mujeres la cosa era distinta, eran mantenidas en la cueva hasta la edad apropiada para casarse, siendo sus padres los que elegían a su futuro esposo; se casaban, tenían hijos y el destino de esos pequeños se repetía una y otra vez.

No obstante, la supuesta tranquilidad de la familia cambió con la llegada de una niña del otro mundo, desde el instante en que sus informantes dentro del castillo de Lederman les alertaron sobre ello, vieron la oportunidad perfecta para iniciar con su objetivo.

Los niños que había en ese entonces fueron entrenados con más fuerza que las anteriores generaciones ya que uno de ellos sería el elegido para llevar a cabo la misión.

— Uno de ustedes tendrá el valor de hacer cumplir el deseo de su bisabuelo, cualquiera que sea elegido tendrá que dar todo de él para que nuestra familia deje de estar escondida y podamos salir como los nuevos gobernantes de Condere.

Alexander era uno de esos niños, a pesar de ser el hermano más pequeño, supo rebasar a sus hermanos mayores.

— ¡Padre no puedes mandarlo a él! —dijo Martin, hermano de Alex.

— No me interesa que no quieras, él demostró su fuerza y valor y fue seleccionado.

— Yo soy más fuerte que él.

— ¡Cállate! —el padre del chico lo golpeó— ¿Acaso estás dudando de la elección de tu familia?

— No padre.

— Bien, eso quería escuchar. Además se te encargará la idea de seguir a Alexander y serás el encargado de ayudarlo a cumplir la misión.

Habían pasado un par de minutos desde que los miembros más grandes de los Fonseca habían pronunciado que Alex era el elegido para cumplir la misión. Esas eran la únicas palabras que él no quería escuchar, por lo que al enterarse, corrió a esconderse.

— ¿No te podrás esconder por mucho tiempo? —la hermana mayor de Alex, Lidia, se acercó a él.

— No estoy listo para esto.

— Yo lo sé.

— No quiero obligar a alguien a casarse conmigo para que ellos maten a todos.

— Alexander —la chica tomó entre sus manos el rostro de su hermano.

— ¿Sí?

— Tienes que prometerme que no lo harás.

— Tengo que hacerlo.

— No, ellos quieren que lo hagas, pero algo muy distinto es lo que tú quieres.

— Sabes que no podemos tener otras ideas.

— Yo lo sé a la perfección, pero, tienes 12 años, tardaras al menos 5 años entrenando para ser guardián, cuando cuando seas un guardián real ya podrás tomar tus podrías decisiones, además, estarás fuera de este infierno y ese mundo no resulta ser tan malo como ellos lo dicen, ya sabrás lo que tendrás que hacer.

— ¿Y si mis ideas no cambian?

— Entonces te iré a buscar y te golpearé con todas mis fuerzas.

— Sé que serías capaz.

— Claro que sí y sé que no lo tendré que hacer porque tienes corazón a comparación de nuestros hermanos, lo supe desde el día que naciste.

— Cuando nací tenías 4 años.

— Y desde entonces supe que eras distinto. De ti depende el futuro de Condere.

— No lo digas así.

— Es la realidad, de ti depende que una guerra inicie.

— Yo no quiero que una guerra se inicie.

— Entonces, escúchame con atención, cuando seas guardia del castillo tienes que ser el mejor guardia que haya existido, así te podrán a cargo de alguien importante dentro del castillo, cuando hagan eso estoy segura que mandarán a alguien a vigilarte.

— Será Martin.

— Claro que será él. Cuando estés con él hazle creer que vas a cumplir con la misión.

— ¿Y si me descubre?

— No lo hará porque estará tan enfocado en él mismo que no lo hará.

— Aún falta mucho para ello.

— Es mejor que te vayas haciendo esa idea de una vez para cuando sea el momento no dejes que nuestra familia consiga a esa pobre chica. Promételo.

— Lo prometo.

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