— Parece que te tendremos que dejar, jefe —dijo Thelma un tanto contenta.
— Créanme cuando les digo que él no se puede comprometer con su hija —dijo Emmanuel defendiendo a su amigo.
— Él tiene razón, Dante no es un buen prospecto para esposo —la pelinegra lo dijo con toda honestidad, tratando de apaciguar la situación.
— Por favor, señorita Lucía, sé que su comentario lo hizo sin pensar —dijo Emmanuel mientras se acercaba a la menor.
— Para mi parece un hombre fuerte, capaz de procrear muchos hijos —dijo el señor Caner.
Los ojos de Dantes se abrieron por completo, mientras que a su lado Thelma soltaba una carcajada por el comentario del señor Carner, el resto del equipo se limitó a guardar silencio.
— Eso lo pondría en duda —dijo Thelma recibiendo una mirada de odio por parte de Dante.
— Eso lo averiguaremos —respondió el señor.
El señor Caner se encontraba frente a Thelma y Dante, mientras que el resto se encontraba con Lucía, justo en el momento en el que Dante iba a hablar con el señor Caner, éste tomó el brazo de Thelma tratando de atraer su cuerpo hacia él. Los ojos de Dante vieron el brazo del señor acercarse a la chica en cámara lenta y los años de entrenamiento se hicieron presentes en sus siguientes movimientos.
El guardia tomó la muñeca del señor y de inmediato lo separó de la pelinegra, alzó el brazo del señor y lo llevó hacia su propia espalda, provocando que cayera de rodillas.
— ¡Dante! —exclamó Emmanuel sin comprender lo que había pasado
— ¡Padre!
— Yo, lo siento —respondió el pelinegro.
— ¡Vaya que me sorprendiste! —exclamó el señor con felicidad mientras se ponía de pie.
— ¿Padre que hiciste? —dijo Lucía asustada por la repentina situación.
— Quería comprobar yo mismo si este chico tenía fuerza —el señor se paró frente a Dante y colocó sus manos en los brazos del chico— y sí que tiene fuerza. Eres la mejor opción para mi hija.
— Señor sobre eso —Emmanuel se colocó entre ambos hombres.
— No quiero escuchar más, Dante se comprometerá con mi hija.
— No, no puedo permitir que eso suceda —el rostro del príncipe se volvió completamente serio.
— ¿Quién eres para decir eso?
— Soy el heredero legítimo al trono de Lederman, soy el príncipe, Emmanuel Lederman de Castilla.
— Te dije que no revelaras esa información —Dante jalo a Emmanuel hacia él, era claro que el guardián estaba furioso con su amigo.
— No me iba a quedar con los brazos cruzados mientras que te obligan a casarte.
— Yo lo solucionaría.
— Para eso me tienes a mi.
— Mmm, chicos —dijo la chica, tratando de atraer la atención de los dos.
— Thelma, ahora no.
— Dante —dijo Emmanuel, haciendo que el mayor volteara hacia sus espaldas.
Para ese momento, todos los miembros de la familia Caner estaban sobre una rodilla a manera de respeto ante el miembro de la realeza.
— No tengo más que pedirle una disculpa por mi comportamiento, majestad.
— Todo esto es innecesario —respondió Emmanuel.
ESTÁS LEYENDO
El portal que nos unió
FantasyElla siempre vivió tras la sombra de su hermana, por más que se esforzara siempre era ignorada u olvidada y por eso la odiaba, pero eso cambió con la llegada de un par de chicos que no eran de su mundo. Eran de un mundo que conocía por relatos de su...