Encuentro desagradable

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— Simón, ella no se mueve de esa silla, esa es tu misión hasta que regresemos.

— Está bien —respondió el menor.

— Y sabes qué te pasará si regreso y no la veo ¿verdad? —dijo Dante en modo de intimidación.

Con esa última frase los 3 chicos salieron en búsqueda de la chica misteriosa que los llevaría con el señor Crawford.

— Me parece que la mejor opción sería que nos dividamos —dijo Emmanuel.

— Lo mismo pienso —respondió Alexander.

— No quisiera hacerlo, pero así será más rápido —aceptó Dante ante la petición e idea de su amigo.

— Bien, pues busquemos en toda esta habitación y en las puertas que vimos al entrar.

Cada chico inició su búsqueda, Alexander había decidido investigar a las afueras del lugar, mientras que Emmanuel se quedó en la enorme habitación, Dante optó por revisar las puertas que su amigo había mencionado.

La entrada hacia la sala en la que habían estado era pequeña, pero a los costados se encontraban cuatro puertas. La primera era una pequeña bodega, la segunda era un baño, fue hasta la tercera en la que se encontró una habitación con espejos y sillas, lo que aparentemente era un lugar para las chicas.

— Vaya, parece que tenemos a un nuevo por aquí —dijo una de las chicas al ver a Dante abrir la puerta.

— Estoy buscando a una chica —dijo el guardián sin más.

— Todos buscan a una chica aquí, necesitas ser más específico.

— Yo podría estar contigo.

— Yo lo haría aunque no me pagarás —una de las chicas se había acercado a Dante abrazando su brazo.

— No lo entienden —respondió Dante alejando a la chica.

— Tú eres el que no entiende. Aquí las chicas elegimos a los hombres con los que queremos estar, pero a veces —la chica que había hablado primero se levantó de la silla en la que estaba, a lo que las otras chicas se alejaron del único hombre en la habitación— cuando vemos que hay carne de calidad podemos trabajar gratis.

— Ah, ya sé que este lugar. Y es mejor que te alejes de mí, no estoy aquí por eso.

Eso fue lo último que Dante dijo antes de salir de la habitación. Ahora todo tenía sentido, desde que llegaron al lugar les dio pequeñas pistas sobre lo que sucedía detrás de sus paredes y la explicación de aquella chica lo confirmaba todo.

De inmediato comenzó a buscar a sus amigos, pues sabía que tenían que salir de allí, principalmente Thelma.

— ¡Dante! —exclamó Alexander aproximándose al mayor.

— ¿Viste a Emmanuel?

— Está afuera. Vamos.

— Dante, este lugar —dijo Emmanuel al ver a su amigo.

— Lo sé, por eso tenemos que salir de aquí.

— Yo no encontré a la chica —añadió el príncipe.

— Yo tampoco.

— Una de las chicas logró reconocer el retrato y me dijo que casi siempre está en la parte superior de la casa —respondió Alexander.

— Yo no vi ninguna escalera —dijo Emmanuel.

— La chica me dijo que la entrada al segundo piso es exclusiva para los señores con más dinero y que es por la parte trasera de la casa —explicó Alexander.

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