Comentarios imprevistos

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— Bien, ya todos tienen una tarea que hacer, es mejor que la hagan lo mejor que puedan —el líder se colocó entre el grupo dando un discurso motivacional.

Pero la realidad es que nadie escuchaba sus palabras ya que seguían admirando su torso, en particular Thelma, que por algunos segundos giraba su rostro para poder mirar desde otra perspectiva. Por un momento algo dentro de su cabeza le exigió que se acercara al chico y tocará con su mano aquella obra de arte para comprobar que fuera real y no un producto de su imaginación por estrés.

— Y si alguien sigue viéndome, juro que lo voy a golpear —exclamó Dante.

Esas palabras bastaron para que el resto de las personas dentro de la panadería reaccionara del trance de músculos. Como pudieron, cada integrante del equipo fingió realizar una actividad evitando un golpe por parte del líder. Alexander y Simón fingieron que algo se les había caído al suelo y lo estaban buscando, Emmanuel se acercó a una ventana y fingió limpiarla, mientras que la señora se miraba los dedos.

Thelma, por su parte, estaba lista para fingir amarrarse las agujetas, aunque sus zapatos no tuvieran, pero se detuvo antes de hacerlo y pensó en otro plan.

— ¿Qué ves? —preguntó molesto Dante.

— A ti.

Ambos se miraron por largos segundos.

Dante la miraba y de inmediato se volteó, caminó hacia su amigo, lo arrastró hacia la entrada de la panadería y volvió a gritar que todos comenzaran a trabajar.

La pelinegra hizo lo mismo y salió del lugar, se encontraba en la parte trasera la de panadería, miró al cielo y por un segundo pudo ver entre las nubes el torso de Dante. Se estaba volviendo loca. Era la primera vez que veía a un chico semidesnudo, bueno, es probable que haya sido la segunda vez ya que hace unos años vio a un chico salir de la habitación de su hermana sin ropa, sin embargo, en esta ocasión algo se sentía distinto.

Un minuto después regresó y le pidió a la señora el pan a entregar, Alexander le siguió.

— ¿Qué pasa? —preguntó Emmanuel a su mejor amigo.

— Viste cómo me provocó.

— Sí, fue algo inolvidable.

— Nada de inolvidable, ella me está provocando estrés.

— ¿Qué es eso?

— Algo que le pasa a un cuerpo cuando sientes presión, me lo explicó Thelma.

— ¿Entonces ya son amigos?

— ¡No!

— Está bien, es solo que se llevan bien.

— Nada de eso, ella siempre me lleva la contraria.

— Y a ti te gusta.

— Claro que no.

— Dime, sí cualquier otra persona te hubiera dicho eso mientras te miraba desnudo, ¿Qué hubieras hecho?

— Lo hubiera golpeado.

— Exacto, pero con ella no hiciste.

— Es una mujer.

— Que bien puede defenderse y darte una golpiza sí ella quisiera.

— ¿De qué lado estás?

A un par de casas de la panadería, Thelma caminaba velozmente, inmersa en sus pensamientos. Era imposible que le hubiera dicho eso a Dante, de las miles de cosas que le pudo haber dicho le dijo "A ti", eso qué significaba.

El portal que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora