Resolver el problema

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Emmanuel estaba dispuesto a tener una conversación con los padres de aquella chica, que aún no conocían el nombre, sin embargo, su plan no llegó a ejecutarse, ya que mientras caminaba hacia ellos, el padre dijo que era momento de que ir a su casa y empezar a planear la boda, todo el mundo allí presente se emocionó aún más. El padre comenzó a caminar sin soltar por un segundo a Simón, mientras que el pueblo caminaba detrás de él y aunque queriendo o no, el equipo fue arrastrado con la multitud.

Cuando llegaron a la casa de la familia, el equipo logró entrar junto con su amigo que suplicaba que lo sacarán de ahí.

— Bienvenidos a nuestro hogar, —dijo el padre de familia— Gloria prepara algo para nuestros invitados.

— Por supuesto —respondió la señora de la casa.

— Señor ¿no sabemos aún su nombre? —dijo Emmanuel.

— Ah, que tonto de mi parte, entre la emoción de la noticia no tuve tiempo para presentarnos. Soy Eduardo Caner, mi esposa Gloria, mi pequeño hombrecito, Tomás y mi hija que ahora nos ha hecho la familia más nombrada del pueblo, Lucia.

— Un gusto, familia Caner —dijo Emmanuel.

— ¿Y ustedes qué son de Simón? —preguntó el señor Caner

— Bueno, nosotros somos —Emmanuel no sabía que responder ante eso, debía de contarles la verdad o qué tipo de mentira dirían.

— Somos hermanos —dijo Thelma de la nada.

— ¿Hermanos? —preguntó el señor Caner.

— Sí, sé que no nos parecemos, pero, es una situación complicada —respondió la chica.

— Claro, todos somos hermanos —añadió Simón.

— ¿Y a qué familia pertenecen? —el señor no parecía convencido con la historia que se le estaba contando.

— Ah, entonces deben ser los Andrade, todo el pueblo habla de ustedes, pero la señora Rosas me dijo que el joven atractivo —señaló a Emmanuel— estaba comprometido con ella —dijo la señora Caner señalando a Thelma.

— Ah, claro, ella es mi prometida —comenzó a explicar Emmanuel—, Thelma, es que de donde venimos una vez que una pareja se compromete, los hermanos de la pareja ya son los hermanos del otro. Es por eso que todos somos hermanos, al final.

— Eso no importa, porque estamos aquí para hablar del compromiso de mi hija. Realmente llegamos a pensar que nunca se podría casar, hace pocos meses cumplió 19 y no tenía ninguna propuesta.

— ¿19 años? —susurró Thelma y observó a la chica, la cual no se movió de su asiento.

Lucia no dejaba de ver el suelo, se encontraba inmóvil en la silla, lejos de todos, pero lograba escuchar todo lo que decía, con eso, Thelma se acercó a ella mientras los chicos trataban de tranquilizar al señor Caner, era la única chica que estaba ahí y pensó que sería bueno platicar sobre ella y su opinión sobre la situación.

— Sobre eso —interrumpió el príncipe.

— ¡Yo no me quiero casar! —exclamó el más joven del grupo.

— Simón, es mejor que dejes hablar a Emmanuel —dijo Dante, silenciando al menor.

— Tomando el comentario de mi hermano, bueno, nosotros no somos de esta parte de Condere, por lo que no teníamos presente las tradiciones de este hermoso pueblo.

— Él dijo que vivía cerca del castillo.

— Sí, solo que...

— Mira, Simón le dio esa tela a mi hija y con esa ya está hecho todo.

El portal que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora