— ¡Thelma!
Dante se encontraba corriendo entre los gigantescos árboles que rodean aquel bosque. Una vez que había terminado con todos los hombres de los Fonseca recordó que su chica estaba con el mago y Alex malherido, todos estaban en peligro.
Comenzó a correr sin escuchar las voces de sus amigos que le pedían que bajara su velocidad, ambos estaban cansados, habían dado todo de ellos al pelear contra el enemigo por lo que su condición física comenzaba a agotarse. Por su parte, el líder no pararía hasta encontrar a Thelma, de repente, el ruido de voces se comenzó a escuchar y supo de inmediato que eran sus amigos.
Aumentó la velocidad de sus pasos hasta que vio entre los troncos el cabello negro de Thelma, corrió hacia ella llamándola, la chica giró y lo vio. Los largos brazos de Dante estaban extendidos para envolverlos en el cuerpo de la pelinegra, sin embargo, el cuerpo inconsciente de Martin lo distrajo.
— ¿Qué pasó?
— Lo derribe, fue algo difícil, pero ya no podía con las tonterías que decía.
— Estás sangrando —Dante se acercó a la chica y con su mano limpió el pequeño camino se sangre de brotaba de su frente hasta su mandíbula.
— Oh, es cierto —la chica miraba detenidamente al guardián.
— Estaba listo para seguir peleando.
— Creo que ya te quité el papel del mejor peleador de Lederman.
— No lo creo.
— ¡Thelma! —Simón corrió hacia su amiga.
— Que bueno que llegaron —Ivo salió llevando consigo a Alex.
— Escuchen, tenemos que terminar con esto de una vez —dijo Emmanuel.
— Es verdad, mientras Thelma siga aquí los Fonseca no se detendrán —explicó Dante.
— Thelma, —el príncipe se acercó a la chica— estoy feliz de que tu hermana haya encontrado a un hombre que la ame y espero que formen una bella familia, porque si eso no hubiera pasado nunca te hubiera conocido. Créeme cuando te dijo que te volviste mi mejor amiga y gracias a ti tuve la oportunidad de conocer Condere y aprender más cómo ser rey.
— Emmanuel, no quiero que sigas la despedida —la chica comenzaba a limpiarse algunas lágrimas.
— Yo tampoco, me encantaría que te quedaras aquí, pero es imposible. Volviendo a mi despedida, no tengo palabras para agradecerte por ser tú, una chica lista para pelear y dispuesta a obtener lo que quería. Sé que tu vida no ha sido sencilla, pero quiero que sepas que eres un modelo a seguir y muchas personas pelearían por pasar el rato contigo, todos los vimos en los bailes. Nunca dejes que otras personas apaguen tu brillo.
— Emmanuel, ya me hiciste llorar.
— Estoy igual.
— Bueno, yo quiero que sepas que estoy segura que vas a ser el mejor rey que este pueblo tendrá, eres amable, atento y te preocupas por el bienestar de los demás y lo sé porque fuiste así conmigo en todo momento, tuviste la oportunidad de matarme o encerrarme por no ser mi hermana, pero no lo hiciste y lo agradezco.
— Te voy a extrañar, Thelma.
— Y yo a ti, príncipe.
Ambos se abrazaron, mientras que el resto del grupo miraba el inicio de una triste despedida.
— Thelma.
— Simón.
— No quiero que te vayas. Nunca pensé que tendría la oportunidad de hablar con alguien del otro mundo y además convertirme en su amigo.
ESTÁS LEYENDO
El portal que nos unió
FantasyElla siempre vivió tras la sombra de su hermana, por más que se esforzara siempre era ignorada u olvidada y por eso la odiaba, pero eso cambió con la llegada de un par de chicos que no eran de su mundo. Eran de un mundo que conocía por relatos de su...