La gente de blanco

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— ¡Ya despierten, princesas! —exclamó Thelma lo más fuerte posible.

Dante y Alex despertaron de inmediato, ambos se levantaron velozmente y se colocaron esperando órdenes.

— No los vamos a seguir esperando —dijo la chica antes de salir de la habitación.

— ¿Qué pasó? —preguntó el mayor del grupo mirando a su alrededor.

— Te desmayaste —respondió Alex.

— ¿Yo?

— Sí, además de que vomitaste.

— No puede ser.

— Al parecer pasamos toda la tarde y noche durmiendo.

— Tenemos que seguir.

— Sobre ayer.

— ¿Qué?

— ¿Entraste al concurso por ella, no?

— ¿Y tú?

Ambos chicos se miraron esperando escuchar la respuesta del otro. Los dos guardianes estaban sorprendidos en el momento en que vieron que el otro tenía la intención de participar en un concurso de ese tipo. Hasta el momento se habían mostrados serios y hasta cierta para pasivos ante las situaciones que pasaban a su alrededor, pero algo al ver a Thelma triste al saber que no podría tener esas pinturas provocó algo en ambos que nunca habían experimentado.

Y el sentimiento fue mayor al notar que al final quedaban únicamente ellos dos en el concurso, ninguno iba a darse por vencido, eso era claro, pero la razón del por qué seguirán peleando a pesar de la enorme cantidad de comida que ya habían ingerido era desconocida para el otro.

— ¡Muevan sus traseros para acá! —volvió a exclamar la chica.

— Es mejor que nos movamos —dijo Dante.

— Es lo mejor.

El equipo le agradeció al señor por haberles permitido pasar la noche en aquel cuarto y al fin salieron del pueblo en dirección a las profundidades del bosque. Llevaban alrededor de dos horas caminando cuando a lo lejos pudieron ver una laguna, impresionados por aquel espacio con agua todos corrieron hacía él.

— He deseado tener un baño desde hace mucho —dijo Thelma hincada frente al lago.

— Ya era momento, todos apestamos —dijo Emmanuel.

— Yo creo que los caballeros deberían ir primero —añadió la pelinegra.

— Estaré por el resto de mi vida agradecido por esto —dijo el príncipe tomando las manos de la chica.

— Gracias, Thelma —dijo Simón.

— Alto. ¿Qué pretendes, enana?

— Bueno, si lo quieres es que me desnude frente a todos —la chica comenzó a desatar un pequeño nudo de su vestido.

— ¡No!

— Es mejor que ustedes vayan primero y así pueda tomarme el tiempo que quiera en el agua —respondió Thelma.

— Bien, pero quiero que te quedes sentada frente al agua, en donde yo te vea.

— A sus órdenes, jefe.

Con la mirada de aprobación de Dante, todos los chicos comenzaron a quitarse la ropa, lo que no tuvieron presente es que una chica estaba sentada frente a ellos. Emmanuel y Alex se quitaron la parte superior de su ropa dejando al descubierto su torso, Dante proseguía a hacer lo mismo, pero notó como la mirada de Thelma se desviaba hasta su mejor amigo y Alex, hasta que notó que ligeramente mordía su labio inferior.

El portal que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora