Verdad oculta

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— Vaya, parece que aquel niño que le temía a las serpientes ha desaparecido.

— Las serpientes son horribles —Alex se notaba más tranquilo desde su llegada al lugar.

— Es peor lo que nuestra supuesta familia nos hacía.

— Lidia. ¿Qué haces aquí?

— Nuestro padre, bueno, todos decidieron por mí. Al parecer había un señor con mucho poder que quería establecer un pueblo como tapadera para nuestra familia y que mejor paga que una mujer como esposa.

— Pensé que las mujeres no podían salir del hogar.

— Yo también, pero el señor no quería que su prometida viviera lejos de él y convenció a nuestro padre.

— ¿Cuánto llevas aquí?

— Casi 5 años.

— Es mucho tiempo. No me digas que...

— No te preocupes, no hay ningún niño de por medio, tengo las sospechas de que él no puede.

— ¡Lidia! —el chico se sonrojo al escuchar el comentario de su hermana.

— Alexander, por favor, ya no somos niños.

— Habla por ti, aún sigo siendo más pequeño que tú.

— Claro que lo sé.

— Lamentó que te hayan hecho pasar por esto. ¿Al menos es guapo?

— Para nada, para las otras chicas claro que se esfuerzan en conseguir alguien atractivo, pero para mí me dieron a un horrible señor. Debiste ver las caras de las primas, se reían de mí al saber con quién me casaba, pero eso me gano por ser una molestia para todos.

— No eres una molestia.

— Tal vez para ti no, pero para el resto de ellos claro que lo fui, siempre cuestioné sus ideales y lo peor es que me tocó ser la única hija de mi padre, sabes que a él le hubiera encantado tener puros hombres.

— Sigo creyendo que harás más cosas más importantes.

— Por eso eres mi hermano favorito.

— Siempre.

— Ahora dime sobre tu equipo.

— Bueno, ya viste al mismísimo príncipe de Lederman.

— Creí que todos los rumores eran falsos, pero es muy guapo.

— Lo sé, es un verdadero príncipe. Luego tenemos a Dante, el chico más alto y con la mirada de odio, es su guardián.

— Otro chico guapo.

— El más pequeño es el erudito del príncipe.

— ¿De verdad existen?

— Sí, no creía hasta que los comencé a verlos en reino, realmente saben todo sobre el otro mundo.

— ¿Y el viejo?

— Es el mago, él creó los portales.

La chica se miraba sorprendida por toda la información que su hermano le contaba. Hasta el momento no conocía nada de los reinos ni del otro mundo, su mente sólo contenía discursos de odio hacia los tres reinos y cómo es que los Fonseca eran la solución en Condere.

— ¿Cómo se llama la chica del otro mundo?

— Thelma.

— Es la misma chica que llegó hace años, porque recuerdo que tenía otro nombre.

El portal que nos unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora