CAPÍTULO 10

182 34 4
                                    


Elizabeth tocó la puerta de la habitación de sus padres, su madre le abrió, y en medio de un susurro, la mandó a pasar.

—Veo que tienen una pequeña intrusa —murmuró Elizabeth, al ver a Violet dormida al lado de su padre, quien tenía la laptop sobre el regazo.

—En unos minutos la llevaré a su habitación, ¿cómo te fue en la academia? —preguntó Samuel, quitándose los lentes de lectura y palmeó a un lado de la cama, invitándola a sentarse.

—Bien, disfruté mucho —dijo sentándose cerca de su progenitor—. ¿Has tenido noticias sobre el caso de Priscila?

—No, sigue estancado... Souza está haciendo lo humanamente posible para encontrar al asesino.

—Solo espero que puedan encontrarlo cuanto antes, aunque esta vez se ha tardado para sumar otra víctima a su lista, ya ha pasado más de un mes —dedujo Elizabeth, consciente de que el modus operandi del asesino en serie se repetía mensualmente.

—Posiblemente sabe que le están pisando los talones, por eso se ha cohibido, pero no debe tardar en cometer un error. Si es alguien psicológicamente inestable, no podrá controlarse, su instinto asesino lo dominará tarde o temprano, va más allá de su racionamiento... Y realmente es lo que estoy esperando, porque si no actúa en una semana, tendré la certeza de que es mucho más que un psicópata —aseveró, totalmente seguro del proceder de un asesino en serie. Había estudiado innumerables casos como para hablar con propiedad.

—Prefiero que estés equivocado papá, porque de ser así, otra chica morirá de forma tan aberrante. Y no me parece bien que deban esperar a que asesine a alguien para que puedan atraparlo.

—Lo sé cariño, Souza y su equipo están haciendo todo para capturar a ese infeliz, fui testigo de ello. Pero en un lugar con tanta población y tantos sitios donde esconderse es sumamente difícil. Sería más fácil hallar la aguja en el pajar...

—¿Por qué no dejan de lado esa conversación?, es algo perturbadora —intervino Rachell, vestida con el pijama de seda en color gris perla—. No quiero que tengas pesadillas cariño.

—Sí, tu madre tiene razón, mejor ve a descansar, ya es tarde.

—Ustedes también —dijo acercándose a él y plantándole un beso en la mejilla, al tiempo que se dejaba abrazar con infinita ternura—. Si quieres la llevo a su cama —propuso mirando a su hermanita rendida.

—No, déjala un poco más —solicitó Samuel, acariciándole la frente a su hija menor.

—Está bien. —Negó con la cabeza y sonrió; definitivamente, su padre estaba totalmente hechizado ante Violet—. Descansa papi.

—Tú también pequeña.

—Te acompaño a tu habitación. —Se ofreció Rachell, para poder hablar con su hija sin que Samuel escuchara.

—Gracias mamá.

Ambas salieron bajo la enamorada mirada de Samuel Garnett.

—¿Viniste con Luck? —preguntó Rachell una vez que estuvieron en el pasillo.

—Sí —susurró—. Lo dejé dándose una ducha, está agotado... Bueno, realmente estamos exhaustos. —Elizabeth sabía que debía hablar con su madre sobre la decisión que había tomado de darse un tiempo fuera del mundo del modelaje. Debía conversarlo con ella antes de hacerlo con alguien más, pero bien sabía que ese no era el momento adecuado y tampoco contaba con la valentía.

—Sabes que por mí no hay problema, Luck puede venir a dormir contigo todas las noches que desee, pero tu padre no lo entenderá del mismo modo... Mañana espera a que se haya ido para que Luck pueda salir de la habitación, si no quieres adelantar el apocalipsis.

Mariposa Capoeirista (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora