CAPÍTULO 44

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Lo último que hizo Elizabeth, antes de quedar dormida fue hablar con Alexandre, y fue también lo primero que hizo al despertar. A pesar de que lo veía a través de la pantalla y escuchaba su voz, no era suficiente para calmar las ganas que tenía de abrazarlo, de besarlo y disfrutar de su olor.

De los pocos minutos que disponía le dedicó un par a Luana, para enviarle los vídeos; sabía que ya debía estar en clases y que los vería a la hora del descanso. Verdaderamente esperaba que esa sorpresa la hiciera muy feliz.

Una vez más tuvo que saltar de la cama y correr a la ducha, porque le había prometido a Luck que desayunarían juntos, y no quería hacerlo esperar.

—¡Buenos días! —Le plantó un beso en la mejilla a su padre—. Buenos días mami —saludó a Rachell con un beso también.

Su familia estaba reunida en el comedor.

—Buenos días cariño, ¿dormiste bien? —preguntó Rachell, mientras seguía con la mirada a su hermoso terremoto.

—Sí, muy bien, pero ya tengo que irme —anunció apresurada.

—¿Cómo que la señorita tiene que irse? ¿Acaso no vas a desayunar? —preguntó Samuel.

—Sí papi, pero lo haré con Luck...

—Elizabeth, ¿no crees que estás pasando mucho tiempo con ese joven?... Apenas ayer llegaste de su fin de semana en pareja. Tus padres también te necesitamos —habló Samuel.

—Papi está otra vez celoso —intervino Violet sonriente. Elizabeth la miró y también le sonrió, porque sabía que su hermanita tenía razón.

—Lo sé papá, pero tengo que reunirme con él, no en plan de novios, como imaginas, sino por asuntos de trabajo... Me voy. —Volvió a plantarle un beso—. Te quiero. —Miró a su madre—. Adiós mamá, nos vemos a las once.

—Cuídate cariño. —Rachell le sonrió enternecida.

—Adiós Eli. —Se despidió Violet agitando la mano.

—Nos vemos enana hermosa... Adiós Oscar.

—Que te vaya bien —dijo el hermano que estaba más concentrado en comer.

Elizabeth salió del comedor rumbo al estacionamiento, ese día tenía ganas de conducir y de cantar a todo pulmón, por lo que se fue en su auto.

—Me parece que está muy feliz desde que regresó de Argentina —comentó Oscar, sin querer lastimar la herida de su padre, simplemente expresó su pensar.

—Será que se quiere casar con Luck, yo quiero que se casen... Papi, ¿Luck se puede venir a vivir con nosotros?

—No, de ninguna manera, y Elizabeth no se va a casar —respondió Samuel sintiendo que su familia se había empeñado en torturarlo.

—Pero no pueden ser novios toda la vida —discutió la niña.

—Eso lo sabemos cariño —dijo Rachell sonriente—. Anda, termina de comer, que debemos irnos.

Elizabeth entró al Starbucks donde Luck la esperaba, lo vio sentado de espaldas mientras se ponía al día con las noticias; trató de hacer silenciosos sus pasos y le tapó los ojos con las manos.

—Buenos días —susurró cantarina, pudiendo sentir en sus manos cómo él sonreía.

—Siempre tratando de sorprender —comentó de muy buen ánimo.

Ella le destapó los ojos, le plantó un beso en la mejilla, para después ubicarse en el asiento del frente.

—¿Qué lees? —preguntó apoyando los codos en la mesa y acunó la barbilla entre sus manos.

Mariposa Capoeirista (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora