𓇊Capítulo 30𓇊

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Alice

El camino a Plateado me da tiempo para leer sobre mis habilidades como máximum, hago girar las dagas especiales sobre las plantas de mis manos, la empuñadura dorada está a juego con lo demás del cofre. Su habilidad es obedecerme y la pongo en práctica imaginando cómo atraviesa uno de los guardias deteniéndola antes de que lo haga.

No evito la sonrisa que me saca, mientras que el guardia suspira guardándose la emoción, fue Adel que los destino para mi protección, diría que me puedo cuidar sola, pero siempre viene bien tener alguien dispuesto a morir por ti.

—Mientras su vida no sean los que de seres que quieres, ¿verdad? Para nada egoísta de tu parte —habla Valentia, decidida a tocar un tema que no le daré gusto tocar.

El frío de Plateado me recibe con la única calidez de los Olbrich.

—Majestades —me reverencio y hermana menor de Sam, se acerca a abrazarme y se siente más cálida que cuando la conocí.

De Sam recibo un beso en la frente y me invita al palacio, ya habíamos discutido el asunto de Samay y me sigue pareciendo ilógico que los dos sean hermanos.

—Ahora que estás aquí, podrás convencer a mi hermana de venir conmigo a la ceremonia de Oscurium —inicia la conversación Sam.

—Llevo cicloavos sin ir, es el mejor festival después del festival Erudito —aludo a las grandes celebraciones de Eternidad y Sam me mira buscando mi cooperación. —eres la princesa Oscurium, debes ir, le —digo a Samay y baja la cabeza.

—Mis abuelos no lo van a permitir y realmente no creo poder estar ahí como la princesa Oscurium, se justifica.

—¿Cuánto falta para el festival?

—Dos semanas —Samir sale de uno de los pasillos sorprendiéndonos.

Saludo con reverencia y me toma el dorso besándolo.

Ah, ¡cómo amo su coqueteo!

No es algo que pase cuando estamos en público y entre nosotros no lo consideramos falta de respeto, ni siquiera sobrepasarse.

—Si logras convencer a mi hija de ir al festival, te daré uno de mis mejores reservas de veneno —propone ganándose mi interés y la queja de su hija —Oh Samay, considero que vamos a trabajar mucho en tu decisión —le aviso abrazándola.

*****

Samay se ríe contando una nueva historia y todos en la mesa la admiramos, eso tiene ella con sus pecas regadas por el rostro y sus manos dedicadas moviéndose con dramas.

El recuerdo de la promesa que tiene que cumplir detiene mi risa y la alegría que me provoca el ambiente familiar.

—Ella no merece todo lo malo que le va a pasar —opina Valentia con razón.

La ventaja de Samay es que lo sabe desde pequeña, está al tanto de su posición como máximum. Su padre le dio verdad y aunque sus abuelos maternos tienen la potestad legal de ella, él jamás ha permitido que le mientan, al menos no con las cosas que él sabe.

—Alice —me habla Samir por lo bajo —sé que estás aquí porque te preocupas por Samay, pero tienes que saber que ella no está sola y tú tampoco. Sam y yo haremos todo lo posible para que estén bien —sus palabras me toman por sorpresa.

Claro que estoy preocupada por Samay, pero ¿cómo por qué me incluyen su preocupación?

—Yo estoy bien y tienes razón, estoy preocupada por Samay, de haber sabido todo, hubiera hecho todo porque ninguno de los dos sufriera de esta forma —aseguró recordando el dolor que tiene Alec y el que tendrá Samay pronto.

Eternidad es ÉpicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora