𓇊Capítulo 50𓇊

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Alice

«Si tan solo eso fuera lo que tienes que recordar, tienes que recordar» la frase de Valentia en la prueba del proyecto de aprobación se repite sin ningún sentido, sé que estoy dormida. No puedo despertar, las imágenes de aquel día vuelven a reproducirse en una vez más, dando una nueva visión.

—La fuente de poder solo se activará si tomas una, cariño, está bien, si somos nosotros, está bien —reconozco la voz. Es tan dulce, tan sabia.

Mis recuerdos la relacionan con el último castigo de Anthony, ahí estaba también. Puedo ver otra figura al lado de las sombras de la otra mujer, es la misma de ojos diferentes, los hombres a su lado también la acompañaban en la mesa de aquella visión. Está sosteniendo una daga, él empuñe negro de marcados rosales, lo identifico de inmediato por ser idéntico al que nació de mi ira.

—No importa cuando tarde, volveremos a estar juntos —asegura la dulce mujer guiando la daga a su propio pecho.

Hay duda en el rostro de la rubia, los dos hombres a su lado la abrazan.

—Después de todo, somos tus protectores —menciona uno.

—Tus Zaštitnici —termina el otro y su pronunciación es el paso a desvanecerse.

La daga tiembla en manos de la chica, se voltea y es como si me mirase de nuevo y me hablara a mí —¿Ves? Ya lo hemos hecho antes —me informa —. No importa la forma, tú mataste a tus padres.

—¡Por los dragones! —gritó saliendo de mi cama.

Busco rastros de sangre y la psicosis está presente, miro mis manos, no hay nada, me tocó el collar y liberó la daga, no tienen una sola mancha; respiro aliviada.

Llamo a Valentia, no responde y temo seguir en el sueño, sé que no hay sangre, no siento el calor, su olor no está, pero mi mente está manipulando esa imagen y cientos de rostros pasan frente a mí. Me niego a ver, pero el párpado no cae por más que lo intente.

Hombres.

Mujeres.

Niños.

La opresión crece, le doy rostro a la mujer de voz dulce, es demasiado hermosa, los dos hombres también y descubro que son mellizos, no se pone en duda por sus rasgos compartidos, a excepción del color de sus ojos.

Aparecen mis padres y grito.

—¡Basta, basta! —mi ruego no alcanza, mis manos no responden a la necesidad por cubrirme el rostro.

La imagen de Mike y Roy es lo último que veo para caer en el suelo entre lágrimas gritando.

—Qué linda te ves gritando —otra voz en la sala, ni siquiera intento buscar quién la porta porque es horrible y me hace revolcar de dolor.

—¡Alice! ¡Alice! —esa es de Adel, me aferró a su llamado para salir de lo que sea el estado que estoy.

Acarició su rastro como si me asegurara de que está ahí.

—Ya está, ya pasó —me abraza cubriéndome por completo.

La seguridad que me da puede no ser normal, nos topamos tantas veces y nunca se sintió así su cercanía o su voz.

—No deberías aferrarte algo que ya te quité —vuelve la voz en burla, desde los hombres de Adel la veo, está sentada en la cama como una inquisidora, segura de que lo tiene todas sus pies; el cabello negro, negro como ni siquiera el color es, aumenta la maldad que evidencia sus ojos rojos. Su cara delgada resalta la tétrica sonrisa y no puedo verla más.

Oculto mi rostro en el pecho de Adel, me niego a seguir en ese estado de alucinaciones, la sensación de que cada que cierre mis ojos voy a ver el repugnante rostro de la mujer, no se va durante el resto del día.

Eternidad es ÉpicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora