𓇊Capítulo 6𓇊

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Alice

La pelea interna está en su máximo esplendor, no puedo ignorarla, no me deja dormir, siento que mi cabeza va a estallar. El dolor de mis músculos y sobre todo de mi mano quebrada no es suficiente para acaparar la sensación de derrota.

Intento levantarme, sintiendo la traición de mis piernas, desfalleciendo. Necesito llegar al baño y limpiar la sangre que aún sale.

—Valentia —llamo a la única que podría controlar esto.

Hay un tambor vibrante y molesto sonando en mí oídos, eso me pone peor.

Sangre.

Gritos.

No encuentro nada de lo que sostenerme a pesar de saber que no he dado más de dos pasos de la cama. El palpitar de la magia en mi cabeza es el anuncio de cientos de flashbacks atacándome.

—Valentia —llamo de nuevo.

Necesito que ella tome el control, no puedo sentir, no ahora.

Mi padre puede entrar en cualquier momento y si ve que estoy teniendo un episodio va a encerrarme.

Va a encerrarme.

Alice, aquí estoy preciosa, aquí estoy. —no es la voz de alguien que pudiera calmarme porque no la reconozco, pero es como un abrazo desde atrás. No palpo su esencia, solo que me tranquiliza.

—Alice despierta, oye —escucho la voz de mi tío.

Mis ojos lo escanean todo desesperados, estoy en la cama aun con la sangre. El lucero del día está en su mayor esplendor y esto detiene mi inspección.

—Necesito irme de aquí. —pido con miedo de que mi padre regrese.

Esta es la maldición de los Ben, pequeña —recuerdo sus palabras.

—Ven, ven respira. —Me pide Reider deteniéndome. —Anthony está fuera del palacio, volveremos a la academia en cuanto te curen esto. —habla en referencia al brazo.

Lo mal que se ve me desagrada sobre todo porque no es el brazo de una víctima, es mi brazo morado y con el hueso viéndose de lado. Las garras están afuera como muestra de que mi cuerpo ha peleado por sanarlo, pero la barrera de que mi padre puso lo impide.

La maldita llama de tortura sabe hacer su función, deteniendo los procesos de curación de mi cuerpo, los cambios, solo para generar la necesidad de hacerlo y crear dolor.

En cuando a cosas físicas los efectos se quedan cortos comparados a los mentales, la sed de venganza no alcanza a medir el odio que se está generando en mi mundo interno. La llama afecta mi conciencia memorial, trayendo de vuelta las pesadillas vividas.

Mi cuerpo pide cambiar, pero el punto de control mágico no emite solo una señal, hace muchas por los que los cambios de defensa o ataque chocan unos contra otros. Esta es la evidencia de que los mecanismos de defensa de la magia son demasiado contraproducentes.

Una asistente médica entra a mi habitación.

Aquí vamos.

—Es agente estabilizador, para que pare la convulsión interna y se acabe el temblor. —Explica enseñando el dispositivo con aguja que debe ingresar en mi cuello.

Reider le ayuda levantando mi cabeza, con el punzón todo mi cuerpo se enfría rápidamente, disparando la ráfaga de poder en mis ojos, dejándome ver el rojo, recuperar su tono oscuro.

—Ahora, tu mano no va a sanar por magia hasta dentro de unas horas muy largas. Lo mejor es que la restauremos a lo natural. —Comenta la chica.

—Ni riesgos, esperaré las horas que tengan que pasar, —contesto de inmediato.

Eternidad es ÉpicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora