Capítulo 4. Promesa.

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Capítulo 4.

Promesa.

Trabajando en mi sector, emergencias, salgo por un vaso con agua cuando comienza a oírse de lejos la sirena de una ambulancia, cosa que no es buena señal, ya que no hay aviso previo de su llegada para prepararnos, lo que quiere decir es que lo que viene es grave y ni tiempo tuvieron de avisar. Junto con el sonido de la ambulancia también empieza a escucharse las sirenas, la policía, bomberos y otra ambulancia más que se oyen más lejanos que la primera sirena, la cual se escucha aproximarse al hospital. 

 Algo terrible pasó para que se movilicen tantas fuerzas.Dos médicos salen a la recepción de ambulancias para ver que es lo que nos llega, mientras otro de los médicos, Román, queda con Roxana y conmigo esperando dentro del shockroom 1 donde vamos dejando en las mesas, a la vista y a mano, todo lo que se pueda necesitar apenas llegue el paciente.Ante la duda de lo que estaba pasando preparamos el shockroom 2 y lo dejamos listo mientras llegaba la primera ambulancia y en camilla van trayendo al primer paciente al shock 1. 

 Nos encontramos con una persona sin identificación alguna, inconsciente, terriblemente pálida y bañada en sangre. Se llama al resto del personal y mientras un médico hablaba con los de la ambulancia para saber lo ocurrido, el resto comenzamos a controlar al paciente, a cortar su ropa, no sabíamos ni siquiera si era mujer o varón, pero fue ahí donde nos dimos cuenta de que se trataba de una mujer. Por su cuerpo y su piel aparentaba rondar entre los 45 y 55 años, otra de nosotras buscaba accesos venosos para colocar el suero y medicación, ya que era notable la falta de líquidos y por ello en cualquier momento se le pararía su corazón, así que había que trabajar rápido. 

 Se trata de intubar a la paciente, pero por la inflamación de su rostro por los golpes se hace muy dificultoso. Se consigue ponerle los sueros, porque la necesidad de fluidos era mucha, mientras yo buscaba de donde provenía la sangre para frenar el sangrado. 

Observamos varios golpes en su rostro y cuerpo, así como también, impactos de bala, por lo que tenía diferentes áreas visibles de donde provenían los sangrados. El impacto en arteria femoral era desde donde más cantidad de sangre salía, por lo que se intentaba hacer la mayor presión posible mientras le seguíamos pasando fluidos para compensar. 

 Se decide llevar a la paciente directo a quirófano, se le extrae sangre para pedir unidades de su grupo y factor. Se le realizaron rx y ecg en el mismo lugar. Junto con el camillero la pasamos a la camilla para que la llevara directo al quirófano, pero antes de éste marcharse con la paciente, al pasar por mi lado siento que una mano sostiene con poca fuerza mi muñeca, y al seguir el recorrido de esa mano y brazo, me percato que es la mano de la paciente que muy débilmente ha reaccionado. 

La paciente me mira a los ojos y en un hilo de voz me dice:

 — Prométeme que la vas a cuidar.— Yo no entendía nada, pero la paciente continúa con la mirada suplicante y sin soltarme. Había que llevarla a quirófano, la mirada de todos estaba puesta en mí, entonces repite: 

 — Prométemelo. Promete que la vas a cuidar, que no dejarás que la encuentren—. 

 Continúo con mi confusión a lo que le respondo — Disculpe, señora, ¿A qué o a quién tengo que cuidar? —. 

 — A la bebé —. Me responde. 

 Vuelvo a preguntar. — ¿A qué bebé, señora? —. 

La paciente trata de apretar mi muñeca con más fuerza de la que puede con su mirada clavada en mí y tratando de forzar su voz me repite— Prométemelo —. 

 Al ver los ojos suplicantes de la paciente y ante la necesidad de que me soltara para poder ser llevada al quirófano, ya que su vida pendía de un hilo, asentí y prometí cuidar del supuesto bebé, luego de lo cual ella me soltó y el camillero procedió a llevarla al quirófano.

Siempre SofyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora