Capítulo 34. Una gran sorpresa.

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Capítulo 34.

Una gran sorpresa.

Alexia.

Se hace la hora de retirarme, hoy anoté a Sofy en la guardería. 

Voy a la neo a despedirme de Sofy, cuando llego Max ya la había acomodado para dormir, así que la acaricie un momento y le di algunos besos. 

 Quería levantarla de su cunita, la había extrañado mucho, pero no quise molestarla, se veía demasiado tranquila.Max me avisa que Andrea se comunicó con él, que faltaban unos arreglos y en dos horas aproximadamente terminaba. 

Le pregunté en qué podrían haber tardado tanto, a lo que levanto los hombros con desconocimiento. Me dijo que tenía hambre, la verdad es que yo también. Me pregunto si quería acompañarlo para darle tiempo a Andrea a terminar, y asentí. 

Saliendo del hospital el tomo mi mano, se sentía bien, así que no la rechace y juntos nos dirigimos a su auto, subimos a él. 

Nos llevó a un restaurante muy lujoso y por lo visto caro que hay en la ciudad. Al verlo hacer el intento por estacionar en el lugar, lo detengo: 

 — ¡No! —. Él me observa confundido – aquí no, éste lugar es muy bonito, pero costoso, aparte no puedo entrar en estas fachas – él asiente y me pregunta: 

 — ¿Y a dónde te gustaría ir? —. 

 — Allá – señalo con el dedo el cartel de una M amarilla gigante y luminosa. Él se ríe y acepta.Fuimos hasta allí, hicimos nuestros pedidos, las hamburguesas estaban espectaculares, hacía tiempo que no venía.Al terminar de comer todavía faltaba una hora del horario acordado con Andrea, así que me pregunto si quería hacer algo más para pasar el tiempo. 

Le señalé otro lugar frente al local de comidas rápidas donde se encontraba un comercio de juegos árcade de video, él sonríe y fuimos hasta allí. 

 Jugamos juntos en varios juegos, en especial competencias de carreras de autos, la pasamos muy bien, nos divertimos muchísimo, tanto que nos pasamos de la hora acordada con Andrea la cual nos llamó para avisarnos que ya podríamos volver. 

Antes de irnos del sitio, Máximo quiso jugar en un puesto de tiro al blanco donde se ganaban muñecos. No creí que fuera posible, pero tiene una puntería extraordinaria. Si bien, la primera ficha que compró la perdió, las otras cuatro las ganó con maestría, pero me lo lleve de ahí porque iba a desfalcar al vendedor, no le erró a ningún blanco y si seguía lo iba a dejar sin negocio. 

 Me dio uno de los muñecos a mí, y los otros tres eran para Sofy. La verdad, más allá del cansancio que tenía el pase genial, nos divertimos mucho juntos. 

Llegamos a mi departamento comiendo helado y riéndonos a más no poder. Estoy limpiándole la comisura de la boca que tenía manchada mientras me mira con deseo, uno que yo también tengo.Se acerca hasta mí, estoy acortando el espacio entre los dos, cuando de pronto la puerta se abre y Andrea grita un: 

 —¡Uy, Perdón! —. Y cierra de golpe la puerta, cosa que nos hace pegar un salto y terminar de golpe el momento, nos sonreímos y procedimos a entrar. 

 Al ingresar, los voluntarios y Andrea avergonzada gritan: 

 — ¡SORPRESA! — Y no lo puedo creer, éste no es mi departamento. ¿Qué le hicieron? Parece uno a estrenar, lo pintaron todo, cambiaron y agregaron muebles de la cocina, la cocina era nueva o se veía como si lo fuera, al igual que la heladera, que al abrirla estaba llena como la alacena, un lava-secarropas pequeño, pero para Sofy y para mí está más que bien. Aparte más grande, no entraría debajo de la mesada y el living-comedor, llevo las manos a mi boca para no gritar, el baño... Oh, por Dios, el baño, lo dejaron como nuevo, el inodoro estaba flojo y tenías que tener cuidado al sentarte. 

En el lugar de mi televisión, un smart gigante colgado en la pared, un equipo de música en una cómoda que antes no tenía, bah, nada de todo esto tenía.Tengo una mesa plegable con cuatro sillas más dos apiladas, hay una sillita para bebé a un costado, tengo un sillón. 

Voy a mi habitación y acá sí me morí. También está pintada, el colchón no está en el suelo, está armado sobre la cama que compré. Hay dos placares, uno para mí y otro colorido para Sofy, tengo mesas de luz a los lados de la cama y del lado izquierdo una cuna que se puede hacer colecho.

 Y es ahí cuando mis lágrimas como cascada empiezan a salir, de corazón estoy agradecida con Andrea, con Max, con todos los voluntarios, no sé que decir. 

 Entre llantos beso a todos en la mejilla y les doy gracias infinitas, abrazo a Andrea y a Max, no puedo estar más feliz, no esperaba esto, la verdad, no lo esperaba, no creo merecerlo, pero lo agradezco por mí y por Sofy porque algún día, éste lugar será de ella.

Siempre SofyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora