Capítulo 26. Aclarando malos entendidos II.

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Capítulo 26.

Aclarando malos entendidos II.

Alexia.

No me guardé nada, le escupí a ese tipo todo lo que pensaba detrás de un cachetazo, y lo que me faltaba...

Samanta se acercó a su lado a defenderlo y a decirme un montón de cosas, a denigrarme delante de él, mi jefa, Roxana, Román y varias personas que se habían aproximado a ver lo que estaba ocurriendo. 

Palabras que sé que son ciertas, y es donde veo que perdí todo. Mi trabajo, a Sofy porque sé que sin empleo no me darán la guarda, y con semejante escándalo dudo poder trabajar en otro lado, y si no me despidieran, ¿Con qué cara volvería a trabajar? Al menos mi departamento es mío y por lo menos tendré un techo hasta que consiga cualquier otro empleo para sostenerme. 

 Estoy por irme cuando Máximo comienza a hablar, en un principio es como si la defendiera, pero rápidamente da vuelta el discurso y comienza a atacarla, a decir un montón de cosas horribles sobre ella, sobre como lo busca, sobre lo descarada que es, habla de Sofy y me hace sonreír, y después... después..., empieza a hablar de mí. 

 No entiendo como el arrogante dice todas esas cosas lindas sobre mí, ¿Será que está ciego? ¿Es que acaso no me ve?, ya sé, vino ebrio y todos son lindos y los quiere a todos.Sé que está mintiendo, tengo espejo; sin embargo, continúa viéndome de vez en cuando mientras habla con una chispa en los ojos que cambia a furia cuando mira a Samanta. 

 Pide opiniones y todos le corresponden a lo que está diciendo, no lo puedo creer, seguro debe ser una mentira masiva, como cuando los padres les mienten a sus hijos, yo no soy lo que describe, yo no me veo así, no sé si sentirme halagada u ofendida mientras el idiota sigue hablando de cosas que ve en mí que sé que no hay. 

 Luego se disculpa conmigo por el malentendido, cosa que acepto y me dirijo a la sala de star, antes de llegar quiero disculparme con Yudith por todo ésto y presentar la renuncia, pero ella me frena levantando sus manos en dirección a mí, no me deja hablar, palmea mi hombro con una sonrisa, me dice que todo está bien, que no me preocupe de nada, que siga con mi vida, que descanse tranquila ésta noche y que no llegue tarde mañana, ya que Carmen le avisó que traerá los documentos para finalizar el trámite de la guarda de Sofía.

 Voy a la sala de star por el café donde se encuentran Román y Roxana quien me mira y me dice:

 — ¿Espero que no hayas creído ni una sola palabra de esa Samanta? Es una persona de mierda. Que ya lo sabíamos, pero termino de mostrar su cara hoy, dudo mucho que vuelva mañana, aunque con la cara de piedra que tiene seguramente lo hará —. 

 Y con picardía, Román ataca: 

 — ¡¡Enamoraste al grandullón, al mismísimo jefe de inteligencia!! ¡¡TE ODIO!! Lo quería para mí. — Finge llorar. — Es hermoso, le viste el cabello, el rostro, las facciones, los ojos, ¿Le viste los ojos?, el cuerpo trabajado que tiene, tiene una espalda enorme, las manos, ¿le viste las manos? Si el dicho es cierto, está más que bien dotado, uff..., necesito un babero —. 

 Suspira y arremete - ¡¡TE ODIO!! Está bobo contigo ¿Qué le hiciste? Enséñame el muñeco vudú —. Dice hurgando mi bolso y con Roxana no podemos parar de reír. Mi amigo es terrible. 

Con todo ésto que hace me ayuda a despejar mi cabeza de lo que pasó hace un momento, a ambos los quiero mucho.Estoy terminando el café cuando golpean la puerta, al abrir es Máximo que ya está listo. 

 Agradezco a Roxana y a Román por el lindo rato, me despido de ellos y le doy un abrazo a cada uno. Lo que siento raro es que Román se libera de mi abrazo con prisa, al darme vuelta veo a Máximo con los ojos achinados hacia Román, quien se despide de ellos con cara de pocos amigos.Al llegar a la neo Andrea nos avisa que se tiene que ir temprano, así que se retira no sin antes palmear el hombro de Máximo, y nos deja con Sofy. 

 Llevo a Máximo a la heladera de las leches, le muestro cuáles son de Sofy por la etiqueta con su nombre, le enseño a ponerla en un jarrito con agua caliente para que se entibie, y le enseño a cambiarle el pañal. 

Gastamos como 5 pañales, ya que o no podía abrocharlos o Sofy hacia sus necesidades mientras él la estaba cambiando, marcas de guerra les digo yo, por lo que Máximo terminaba con náuseas y vómitos e indignado mientras yo no podía parar de reír. 

 Después de unos diez lavados de manos, entre principio, medio y fin del cambio de pañal, sacó a Sofy de su cuna, la alimentó, saco sus gases, luego de lo cual quedo desmayada del sueño en sus brazos, se veían realmente bien juntos, realmente parecían familia.A todo ésto se había hecho tardísimo, por lo que avise a Máximo que me iría, ya que estaba cansada y tenía hambre, entonces él deja a Sofy en su cuna, la abriga y se apronta para retirarse también argumentando lo mismo que yo.Al salir los dos del hospital insiste para llevarme a mi departamento, accedo después de un poco de insistencia de su parte, porque es tarde, no sé si el autobús seguirá pasando. 

Podría caminar, pero a ésta hora me da miedo, así que vamos hasta su auto, el cual me parece haberlo visto antes, quizás estacionado aquí en el hospital, le doy la dirección de mi departamento, y conduce hacia allí.En un momento cambia de dirección, hacia una pizzería que está de paso, se baja, entra y vuelve con 2 cajas de pizzas, retoma rumbo a mi departamento, y al bajar me da una de la caja de pizza. 

Me niego, pero argumenta que es para no cocinar y acostarme temprano, muestra la otra caja diciendo que hará lo mismo, así que la tomo y le agradezco.Al bajar del auto me dice: 

 — Alex, - ¿Desde cuándo me llama Alex? — fue verdad todo lo que dije en el hospital y gracias por ayudarme con Sofía —. Asiento, lo saludo con la mano y se marcha. 

 Luego de bañarme nuevamente y comer me voy a dormir o mejor dicho a intentar dormir porque me da vueltas todo lo ocurrido hoy, en especial las palabras de Máximo y de Román.

Siempre SofyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora