Capítulo 1. Comienzo y Presentación.

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Hola a mis lectoras. Esta fue mi primer novela desde la cual se desprendió Andrea.

Como les digo siempre, ustedes, mis empalagosas, son mi inspiración.  Muchísimas gracias.


Correr, correr...

Es la única alternativa que me queda.

Observo hacia un lado, hacia otro, no hay donde resguardarse, este lugar es pequeño, tengo que encontrar la forma de salir. Mis pies están lastimados al igual que mis manos. Mi semblante ha cambiado, esperaba todo de él menos esto, creí que mi vida mejoraría... creí.

Creí que mi vida, mi mundo había cambiado desde su llegada, pero no fue así y creo que la arrastré conmigo. Lo es todo para mí, quise darle el mundo que se merece, el que no tuve y a diferencia de ello, lo único que conseguí fue arriesgarla conmigo.

Alexia.

Mi nombre es Alexia Di Marco, tengo 28 años, soy de tez blanca, cabello oscuro ondulado, ojos cafés, nariz romana, labios finos, estatura baja, rellenita de todos lados, por lo tanto, voluptuosa. No tengo ni nunca tuve muchos amigos, las falsedades no me gustan, por lo que en vez de convivir con ella, me aparto de esa gente. No me gustan los tumultos o lugares muy abarrotados de personas.

No me gustan los dobles sentidos ni las dobles intenciones, suelo ser muy clara al hablar y me gusta que para conmigo sean igual.

No sé fingir, todo se me nota en la cara y en el comportamiento, por lo que sólo tengo a mi amigo Gabriel, mi compañero de facultad, quien luego de finalizar la carrera decidió no ejercerla y dedicarse a otra cosa, ya que es un alma libre que no quería estar atada a horarios por lo que prefirió continuar como jefe (puesto de su padre) en una agencia inmobiliaria, Román, un compañero médico y a Roxana mi compañera de servicio, ella es mamá soltera con 2 hijos chiquitos, porque su esposo la abandonó por irse con alguien más joven y sin responsabilidades.

Amo mi empleo, mi profesión. Soy la profesional que quisiera haber tenido para mí. Soy enfermera de emergencias, amo cuidar de las personas que llegan a mis manos asustadas y dolientes sin saber qué les pasa, que está mal en ellos. Me ocupo de ellos como si fuera su mamá, haría mi trabajo de manera gratuita si no necesitara el dinero y es por eso que si bien la paga no es mucha, trabajo en un hospital público gratuito donde el paciente tenga dinero o no, es atendido igual de la mejor manera posible las veces que lo necesite con todo lo que está a nuestra disposición dándole la mejor atención.

Me hace feliz ver al paciente irse de alta gracias a mis esfuerzos, así como también hago todo lo que esté a mi alcance para que no tenga necesidades ni sufrimiento en los cuidados de fin de vida y que se despida de este mundo dentro de un sueño maravilloso y feliz.

Mi familia se compone de mi madre Marta, quien nunca me quiso, ya que se embarazó para retener y casar a mi padre, cosa que no logró, y mi hermano menor Esteban, que tuvo con otra pareja y que toda la vida fue la luz de sus ojos; sin embargo, es alguien que jamás trabajó ni quiso estudiar, es enteramente dependiente de ella inclusive para lo que consume y cuando no, alguna cosa me falta. Suele estar rodeado de sus amigos, los cuales son igual que él.

Hace 7 años estuve en una relación en concubinato por 3 años con Darien, con quien mi madre me obligó a convivir para poderme sacar de su casa y de quien con el tiempo me enamoré. El primer año fue hermoso; sin embargo, el segundo y el tercero se volvieron un verdadero infierno. Se volvió posesivo y violento al punto de hacerme perder mi embarazo de Kaisa de 7 meses de gestación. Ella era lo único que me mantenía feliz en el tormento que estaba pasando y que también me quitó, dejándome sólo el sentimiento de culpa y su falta.

Luego de ello lo abandoné, teniendo que volver a casa de mi madre, pero resultó no ser tan fácil finalizar la relación, ya que durante un año me persiguió, acosó e intentó manipularme. Las denuncias, tampoco sirvieron de nada. Por suerte mis amigos estuvieron para mí, me ayudaron a no volver a caer y a que no se me acercara cuando estaba con ellos. Temía hasta de salir sola, la única salida que encontré fue cambiar mi apellido y desaparecer por un año, fue la única forma en que el acoso paró.

Siempre SofyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora