Capítulo 39.
Moriría por Sofy, y no mentí.
Alexia.
Un estruendoso golpe en la puerta de mi habitación me hace despertar de un salto.
En penumbras distingo a dos personas en la puerta de mi habitación, no entiendo que pasa hasta que uno se me acerca y dice:
— Hola hermanita, ¿Te desperté? Parece que te va muy bien, ¿sabes...?Desde que te fuiste hemos tenido algunos problemas, mamá y yo, – mientras siento por mi rostro algo filoso que no veo – ella con sus cosas, sus juegos, y yo con un problemita, digamos, de negocios que tuve, que tuvimos con Axel —.
En ese momento encienden la luz de la habitación y veo a Axel en parado en la puerta, sonriéndome hasta que habla:
— ¡Pero qué bonita habitación que tienes!, qué bonita cama, podríamos rememorar viejos tiempos, sabes, que para mí, nunca fue suficiente, – chasquea con la lengua – pero tuviste que denunciarme, sabes, eso no se hace Alex.
Vete Esteban, tengo que cobrarme algunos malos entendidos con tu hermana – le dice a mi hermano, quien le grita:
—¡Ahora no Axel, luego arréglate con el señor Morano, si la llevamos lastimada nos pagarán menos! — Y se dirige a mí - verás, nunca valiste o serviste de mucho, pero, ahora, contigo, seguramente nuestra deuda estará saldada.
La pasarás muy bien en tu nueva casa, seguramente para algo productivo podrás servir – estoy aterrada, no sé que hacer, miro a los lados y no tengo salida.En un momento mi hermano baja la navaja que ahora puedo ver que tiene, se la manoteo, ésta se cae y cuando trata de agarrarla Axel viene del otro lado de la cama para intentar agarrarme, entonces pego un salto de la cama, entre los dos no pueden atraparme.
Corro hacia fuera de la habitación donde todo está oscuro, no veo nada, pero correr... correr, es la única alternativa que me queda, no veo nada, al pasar por el living siento vidrios clavándose en mis pies y caigo lastimándome las manos también, no me importa, la adrenalina que tengo en el cuerpo me ayuda a levantarme y continuar.
Salgo del departamento, empiezo a bajar con dificultad la escalera, los pies me duelen y me sangran al igual que mis manos, los vidrios se me clavan cada vez más, pero me falta poco para salir por la puerta de la planta baja, cuando abro la puerta y casi estoy en la calle alguien me agarra del cabello y me tira al piso:
—¿A dónde crees que vas?-dice Axel, mientras me sigo moviendo, luchando en el suelo – sigues siendo una fiera, me gusta, cuando lleguemos con Morano le pediré que me deje estrenarte – sigo luchando – ¡deja de moverte, deja de moverte si no quieres que vayamos por tu huérfana también!— Y es ahí donde pienso en Sofy y sé que dejándome llevar con ellos, ella estará bien, entonces dejo de luchar y permito que me lleven.
Me ponen una bolsa de tela oscura en la cabeza, me atan de manos y pies y me suben a lo que creo es un auto. Manejan en silencio, no sé por cuanto tiempo, estoy aterrada.
Llegamos a no sé donde, detienen el auto y me bajan arrastrándome hasta algún lugar. Siento el pasto mojado en mis pies, escucho que uno se aleja, el sonido de un timbre y que vuelve a mi lado. Alguien se oye desde lejos con mil insultos por la hora, hasta que escucho que una puerta se abre y una voz masculina:
— Idiotas, ¿qué hacen aquí a ésta hora? ¿Vinieron a morir? Saben que tienen una deuda pendiente conmigo.
— Lo sabemos, señor, — responden al unísono— es por eso que le trajimos ésta mercancía – responden.
Lentos pasos se aceran a mí, tocan mi busto, mis piernas, mi trasero:
— Es buena, – dice – es bastante buena.No saldará toda su deuda, ya que así, toda lastimada como está, no me sirve y tengo que pagar los arreglos, por lo que perderá parte del valor, pero tienen una gran parte pagada a diferencia de la última vez que me trajeron a una vieja y a una embarazada a punto de parir, que por lo menos me sirvieron para cobrarme una deuda que tenía esa familia conmigo, por lo visto, van mejorando la calidad.
Llévela a las instalaciones, – dice – más tarde revisaré la mercancía, pediré presupuesto por el arreglo y les diré cuanto es lo saldado — sin más, me arrastran a lo que creo es un sótano, ya que mis pies chocan con escalones, hacen unos metros más, me tiran al suelo, escucho el rechinido de una puerta que se cierra y pasos que se alejan.
Pienso en la vida maravillosa que hasta ayer tuve, una hija, una familia y un, creo, novio que me quería. Sabía que duraría poco, sabía que no estoy destinada a ser feliz, lo único que me consuela es que no le hayan dado el alta a Sofy, que no estaba conmigo cuando paso ésto, que no la trajeron aquí conmigo, mi vida por la de Sofy, dije que moriría por ella y no mentí.
No sé en qué momento entre sollozos me quedé dormida, pero un ruido me despierta, alguien entra, me saca la bolsa, con dificultad intento abrir los ojos y amoldarme la luz. Me toman del cabello, y me empujan contra una pared donde quedo sentada, una voz conocida comienza a hablar:
— Bueno, bueno, bueno. Pero qué tenemos aquí, mi compañerita — dice Samanta.
— Hola Alex, ¿te acuerdas de mí? Sabes, por ti perdí mi empleo, por ti no volví a conseguir trabajo, por ti, sufrí la peor humillación de mi vida, peeeero, ya no me interesa porque todo lo que perdí, lo recuperaré contigo.Hay que arreglarte, ya sabes.
Aunque mucho no se puede hacer, igualmente siempre hay un roto para un descosido, alguien muy necesitado o con poco dinero, todo sirve, y tú también.¿Te duele? - pregunta apretándome la planta de los pies que con mucho dolor intento alejar de ella, mientras se ríe a carcajadas.
— Sííí, parece que sí, mmmm pooobre habrá que curar eso junto con lo de tus manos, tienen color y olor muy feos, si te infectas dinero para remedios no hay, y enferma o muerta, no nos servirás de nada.Por la tarde vendrá el veterinario a curarte, te recomiendo que vayas haciéndote a la idea de que anestesia no hay — dice vuelve a ponerme la bolsa en la cabeza y luego escucho que se marcha.
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Siempre Sofy
RomanceAlexia es una mujer que no ha tenido una vida sencilla, sin embargo con empeño ha salido adelante. Una familia que nunca la quiso, injusticias que han dejado al descubierto su propia fortaleza, cosas del destino que la han hecho cambiar. Un día se p...