Capítulo 8. Declaración a las autoridades y conociendo al arrogante.

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Capítulo 8.

Declaración a las autoridades y conociendo al arrogante.

A las dos horas de mi ingreso, Yudith se hace presente con varias personas, tanto hombres como mujeres junto a ella y me llaman para conversar en una reunión. 

Finalizo con el paciente que estoy y los acompaño hasta una oficina. La verdad es que estoy bastante nerviosa, no me dieron ningún adelanto y no sé por qué tanto misterio, seguro no es nada bueno.

 Al caminar junto a ellos paso por a lado de Noelia quien me sonríe con malicia y continúa en lo suyo.Llegamos a la oficina, y todos menos Yudith se presentan. Hay policías, directivos del hospital a los que tengo de vista, pero no los conozco, quizás de alguno sé el apellido. Agentes de inteligencia y otro señor de traje con lentes oscuros, lo único que distingo de él es que es mucho más alto que el resto, rondara 1,95 mts o más, unos 40 años aproximadamente. Cabello de rubio y muy elegante, bastante llamativo, que espero que no esté durmiendo, ya que no puedo verle los ojos por las gafas. 

Se presenta como Máximo Ferrari, jefe de investigaciones del servicio de inteligencia, saludo a todos levantando mi mano y espero lo que viene porque la verdad no entiendo nada. 

Entonces Yudith empieza a hablar:

 — Alex, te hemos traído aquí para hablar contigo acerca de lo ocurrido con las pacientes el día de ayer, no sé si viste las noticias hoy— a lo que afirmo con un movimiento de cabeza. — Bien, ésta reunión no es para ocasionarte algún problema, es sólo para tomarte declaración que quizás pueda ayudar al caso y también para hacerte algunas preguntas, así que no tengas miedo, y puedes estar tranquila, ya le dije a Samanta y a Noelia que se ocupen del sector hasta que vuelvas. Se te tomará a ti y al resto de quienes trabajaron con las pacientes, declaración aquí, para que no tengan que ir a la comisaría, que ningún medio les tome alguna foto, que se hagan públicas y los hagan públicos a ustedes o los ponga en riesgo —. Volví a asentir.

 Comenzaron a hacerme preguntas sobre las pacientes, sobre lo que vi, sobre lo que me dijo la primera paciente y sobre Sofía. También me mostraron un video que no salió en el noticiero donde si bien, aparecen los hombres de la camioneta irreconocibles por la vestimenta, se los ve con un enfoque más nítido y más cercano. Me piden que mire con detenimiento cada imagen, lo hago y es en una donde noto en el cuello de uno de los ocupantes de la camioneta el tatuaje de una pica muy similar a la que tenía la paciente tallado en la muñeca por lo que les aviso a ellos y toman nota. 

 El jefe de ellos, que hasta el momento se había mantenido callado, me pregunta si noté algo más, a lo que respondo que no.Una vez finalizada mi declaración me agradecen por la ayuda, su jefe se me acerca, se retira los lentes dejándome ver sus ojos verde - turquesa en los que por un segundo me pierdo y tomándome del brazo me amenaza: 

 — Señorita Di Marco no puede hablar con nadie de ésto, ni de las pacientes, ni de la bebé, de la cual se ha mantenido oculta su existencia para su protección. Ésto que le pasó a esas mujeres no fue un accidente y hasta no encontrar a los responsables, ese bebé está en peligro, tengo hombres infiltrados en éste hospital, y cualquier cosa que se filtre lo sabré y vendré por usted—. Dicho ésto, intenta retirarse a lo que le consulto si sabe quienes eran las pacientes y si tienen familiares, a lo que me responde que no.Antes de que abra la puerta lo detengo: 

 —Sr. Ferrari, Sofía — le digo. 

 A lo que él responde:

— Tú no te llamas Sofía —. 

 — No, señor Ferrari, sé mi nombre. Sofía es el nombre de la bebé, yo me llamo Alexia —. Le respondo con todo el malhumor del mundo por su actitud. 

 Entonces me pregunta:— ¿Y quién le puso ese nombre? —. 

 — Yo — le contesto, éste cambia por un momento el semblante, me da una ligera sonrisa, las gracias, no sé por qué y continúa su camino. 

 Al volver a mi sector me encuentro con Samanta y Noelia, quienes están más que felices con la idea de que he recibido alguna reprimenda, hablando y babeando por el arrogante alto de gafas. 

Siempre SofyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora