Capítulo 42. Una carga menos.

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Capítulo 42.

Una carga menos.

Máximo.

Ha pasado un día y medio desde que encontramos a Alex, todavía no ha despertado. 

Me dijeron que es normal por la forma en la que la hallamos. No me he apartado un segundo de ella. He comido y dormido en ésta habitación. Tres enfermeras se turnan para venir a cuidarla, pero igual de aquí no me muevo.

Ha tenido picos de fiebre en más de una oportunidad, por lo que se ha tenido que reforzar el antitérmico algunas veces.

Anoche tuvo pesadillas sobre el secuestro, me recostaba a su lado, le acariciaba el cabello, la besaba y diciéndole que todo estaría bien, lograba tranquilizarla. Se ha instaurado un toque de queda en la ciudad argumentando endemia. 

He ido una vez al depósito a ver como se encontraban mis invitados, entre los que se hallaban la madre y el hermanastro de Alexia. He pedido área vip para la madre de Alexia, ya que necesitaba hablar con ella. Una vez llevada allí, me dirijo hacia donde está, le saco la venda de los ojos, la mordaza y asustada pregunta:

—¿Quién es us... Usted? ¿Qué hago aquí? Si es po, por la deuda, deme tiempo, estese tranquilo, yo la pagaré, mi hija tiene trabajo, mi hijo me dijo que ella tiene un departamento muy bonito que le puede servir, yo, yo le pagaré, por favor, no me haga daño, déjeme ir — dice llorando asustada y más bronca le tomo, la vieja de mierda, sigue poniendo a Alex, su vida y sus esfuerzos como moneda de cambio, entonces le pregunto:

— ¿Y qué tal su propia casa? - a lo que ella responde con un NO rotundo, ya que esa casa es de ella y en el futuro lo que le dejará a su hijo, lo que más rabia me da, pero no puedo matarla, a pesar de todo, no deja de ser la madre de Alex y si lo hiciera, no sé si ella me lo perdonaría.

— Le voy a proponer un trato, – le digo sentándome frente a ella— su deuda queda saldada y le doy – le muestro una bolsa llena de billetes – cincuenta mil dólares para que se vaya de éste país y comience una nueva vida en otro lugar, quiero desaparezca éste lugar y de la vida de Alex —. Ella niega y responde:

— No pienso dejar a mi hijo, él me necesita, es todo para mí, no, no y no —.

— Que sean cincuenta mil más entonces - se los muestro y los pongo en la bolsa, no es mucho lo que le estoy dando, seguramente le durará poco, pero en su ignorancia creerá que es una fortuna. — Desde ya le digo que su hijo tiene los días contados en éste sitio, jodió mi vida más de una vez, se lo dejé pasar por un tiempo, le dejé disfrutar de la vida más de lo que debería, y me la volvió a joder.

Condenado ya está y usted lo está con él. Le estoy dando la posibilidad de vivir, la decisión es suya, la dejaré meditarlo, mañana volveré por una respuesta y según cuál sea, sellará su destino — pido a mis hombres que vuelvan a vendarla y la lleven con el resto.

Hoy Alex continúa igual, voy a ver a mi "suegra" nuevamente, sigue sentada, vendada, amordazada, con pies y manos atados como el resto. También como el resto se ha ensuciado a sí misma. Sé que mi madre en sus ratos de ocio, ha estado viniendo aquí. No sé que habrá hecho, pero bueno, no debe ser, ya que al rozar las sillas de Samanta o Mónica estas comienzan a gritar: - ¡¡No, señora, no!! - y me pregunto ¿En qué habrá andado mi dulce y tierna madre? Menos mal que nunca la hice enojar tanto. 

Hago que vuelvan a llevar a la madre de Alex a la habitación vip, vuelvo a sacarle la venda y la mordaza, cuando ella sin más afirma:

— Está bien, me voy, déjame ir, no me verán nunca más – asiento.

— Bien, veo que recapacitó, no quiero volver a verla o enterarme absolutamente nada de usted nunca más en mi vida o en la de Alex. Donde alguna de esas dos cosas pasen, la encontraré y sabrá que ésto que pasó en éstos dos días es el cielo a comparación a lo que ha de pasarle —. Creo que si le dijera algo así a Alex, la muy loca me escupiría en la cara y me sacaría el dedo medio sin importarle nada. 

— Le daré un lugar para higienizarte, ropa, documentación con la que de ahora en más se manejará, ya que la real la tengo yo. La llevaremos en mi avión hasta donde usted decida, bajará de él y desde ahí se las arreglará sola. No intente ir a la policía, todos son míos ¿Quedó claro? - asiente.

 — Bien – le digo mientras me levanto para ir a ver a Alex y dejo a mis hombres a cargo de todo.

Siempre SofyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora