11. Ella

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Ella. Con un carácter que me es tan extremadamente cercano y familiar como para no reconocerlo. Tan dulce y alegre pero al mismo tiempo tan fría. Una fragilidad e inocencia que, en menos tiempo de lo que cabría esperar, se desvanece para pasar a ser astucia y picaresca.

Qué no decir de alguien cuya figura se asemeja tanto a la de una gata. Pequeña y ágil. Inteligente. Capaz de desaparecer cuando se lo propone para llegar al tiempo con ganas de seguir su contoneo como si tal cosa, de forma relajada y desinteresada. Una gata que no espera tener siete vidas sino once. Por mucho que le sobren diez no sueñes con recibir ninguna porque lo único que te ofrecerá es contemplar cómo hace oídos sordos a tus reclamos.

Independiente, claro, no necesita de nadie que no sea ella misma. Sus capacidades la hacen superior a cualquiera, y lo peor es que lo sabe. No necesita de nada ni de nadie. Si en algún momento llegara a ocurrir, no te lo va a pedir. Tú debes estar a su disposición porque su perfección lo merece. No esperes recibir un "gracias", ni mucho menos un "perdón" si la ocasión lo requiere. Es tal la coraza que recubre su pequeño cuerpo que no encuentran ambas palabras un espacio en sus labios para salir y así complacer al otro. Con todo y con eso, se muestra insegura e insuficiente. De cara al resto, se intenta oscurecer y apagar su propio brillo para parecer pequeña e ilusa. Sabe que puede saltar metros con sus patas pero dudará a la hora de subir un simple escalón.

Para brillar no necesita más que espacio, soledad y tiempo. Paciencia. Tan solo con eso, puede destacar en cualquier sitio. Podrá llamar la atención de todo el bullicio de un aeropuerto si así lo desea, siempre y cuando no tenga presión. No pretendas forzarla a nada porque ni siquiera se molestará en negarse y sacar las garras, simplemente se escabullirá bajo tus piernas y seguirá su camino. Solo tiene que desearlo y sentirse confiada para que todos alucinen con sus capacidades, que no son pocas. Te puede asombrar cuando quiera y donde quiera, pero no lo necesita. Solo lo hace por placer y por ambición propia. Sabe que es capaz de conseguir lo que quiera, y lo utiliza a su antojo. Quien es consciente de ello, la ve siempre reluciente.

Es cierto que es una fiera que afila sus uñas constantemente, un felino astuto y cazador, pero no deja de ser un gato. Perdón, una gata. Cariñosa cuando quiere y alegre a ratos. Necesita confianza. Si la tiene, estará tranquila, y será entonces cuando se muestre débil. Ya lo he dicho antes, suele pensar que es poca cosa, y lo hace cuando adquiere confianza. Se relaja y se exige más de la cuenta. Te obliga a calmarla e infundirle positivismo. Pero volviendo por donde iba, cuando crea una relación algo más íntima, empieza a ceder. Enseña sus inseguridades, que hasta el momento parecía no tener, y se manifiesta tímida. Es adorable.

También sabe jugar claro. Es muy sencillo hacerla sonreír si sabes cómo. Me podría pasar horas hablando de esa sonrisa que tantas sensaciones puede llegar a transmitir y tanto puede ocultar. Cuando es sincera, sabes que no la vas a olvidar en todo el día. Verla feliz es un lujo comparable con cualquiera que cueste millones. Volviendo al tema, un gato solo necesita de un cascabel y de algo donde clavar sus garras para que se divierta. Eso y dejarla morderme cuando le apetezca. Sé que es con cariño, veo en sus ojos que lo hace porque me quiere. No me lo dice, ni siendo gata ni humana, pero con eso lo puedo percibir: con ese brillo que refleja el negro azabache de sus pupilas. O al menos me lleva a creerlo. No olvidemos que no necesita de nadie, solo de ella.

Es una gata preciosa. Quizás no fuera la primera que adoptarían si estuviera en una protectora de animales, ni siquiera yo sé si lo haría, pero por el momento es mi compañera. Está loca y es distinta al resto. Sin duda la mejor que puedo tener. No creo que sienta lo mismo ni mucho menos algo parecido, pero no deja de ser ella.

Tras una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora