37. Mentiras que dan forma

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¿Cómo de correcto (moralmente hablando) es dar una imagen falsa de nosotros mismos? ¿Y cómo de fácil es esto? Intentad responder ambas preguntas antes de seguir leyendo porque es lo que pienso hacer en este artículo: darle un par de vueltas de tuerca que me sirvan a mí para sacar una reflexión lo más clara posible. Tampoco contéis con que solo vaya a responder a estas dos preguntas porque probablemente acabe yéndome por las ramas como siempre.

Empecemos por la primera, ¿cómo de bien está manipular la imagen que damos de nosotros mismos? Pues depende. Si alguno de vosotros esperaba algo del estilo de "mucho" o "poco" de primeras es porque no se ha leído ninguno de los artículos anteriores. Pero volviendo a lo que iba, depende. Depende de las personas a las que manipules y de cómo las manipules. Todos intentamos dar una imagen de cara al público y a la sociedad. Una imagen más o menos trabajada, pero una imagen que sea un simple extracto de lo que somos y que sirva para darnos un poco a conocer a las personas con las que no tenemos interacción alguna. Crear un sello de identidad que se ajuste a nuestro perfil es algo que hacemos diariamente de cara a la gran parte de la sociedad que es ajena a nosotros o de cara a las redes sociales. Solo mostramos una porción de nosotros en ambos casos, la mejor. La ropa con la que salimos de fiesta o a cenar, la música que escuchamos en el coche cuando vamos con gente, la educación con la que tratamos a las personas que vemos por la calle o incluso los posts que subimos a las stories de Instagram de algún artista, un equipo de fútbol o alguna serie o libro que se estrena no son más que detalles que pintan nuestra pequeña figura en la sociedad.

Cuando nos toca conocer a alguien, son esos detalles que conforman su figura los que nos animan a hacerlo o no y nos hacen un pequeño spoiler de esa persona. Es horrible cuando, al hablar con alguien, vemos que todo eso es falso, ¿verdad? Vale, pues teniendo esto claro, pasemos a los amigos. Los amigos son las personas a las que más conocemos, nuestra vitamina. Con ellos no necesitamos ninguna figura, somos nosotros mismos. Si alguien discrepa con esto tengo que decirle que no tiene amigos. A lo que iba, los amigos nos conocen tal y como somos. Somos libres y prácticamente transparentes. Con los mejores amigos pasa lo mismo, pero aumentado. Y aquí llega el dilema: ¿qué pasaría si alguien creara su imagen, su figura, hacia sus amigos? Y, reflexionando sobre el ejemplo anterior, ¿está bien hacerlo hacia la sociedad? Voy primero con la segunda pregunta. Hacia la sociedad no tendrá tanta importancia, por el simple hecho de que, con conocer a dicha persona un poco, sabrán que nada es real. Si eso no ocurre y se forja una nueva amistad, ocurrirá el caso de la primera pregunta. Mentirle a un amigo. Está feo, ¿no? Una persona que te está dedicando su tiempo y su cariño solo está recibiendo mentiras y falta de confianza, pero no se da cuenta. Hasta que alguien pincha el globo, que es cuando esa persona se da cuenta de que su amigo, o amiga, le miente.

¿De qué me vale ser totalmente sincero si, cuando intente conocer a alguien, esa persona me va a mentir? No me ha servido de nada todo lo que he hecho. Y todo, por intentar guardar toda su vida en un cajón, ocultándome cada vez más de lo que constituye a la persona en cuestión. Si pretende mentirme siendo mi amigo, solo le queda crear una imagen, una figura, falsa que abarque más ámbitos de su vida que la que crea hacia la sociedad, por eso que las mentiras hacia los amigos sean también de mayor importancia y con más dolor por consecuencia.

No quiero saber qué entiende por amigo, pero no creo que jamás lo aceptase como versión real. Tiene que ser jodido crear una figura tan grande para cada "amigo". A alguien a quien mientes no le quieres y, si no le quieres, ¿para qué le tienes? ¿Lo necesitas ahí? ¿Para qué? ¿Como objeto? No lo comprendo. Ya comenté que hay gente a la que le gusta inflar su número de amigos, pero no entiendo tanto trabajo para eso. Porque no, no tiene que ser fácil. Así respondo a la segunda pregunta del inicio. No debe ser fácil crear una figura que oculte a tus amigos todo lo que eres sin que parezca que no confías en ellos. Aunque quizás sí.

Realmente, fui yo el que creó la figura. Solo me daba datos y más datos sin coherencia que yo me dedicaba a unir como pudiera. Creaba excusas diferentes para cada persona, y eso solo llevó a esto. Fui yo mismo el que creyó su versión porque se suponía que éramos amigos, y los amigos no se mienten.

Ahora que me doy cuenta, todo esto suena muy resentido, pero qué va. No es resentimiento lo que le tengo a esa persona, es asco. Asco por haber asesinado a la persona de la que me enamoré. 

Tras una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora