35. Entender a las personas

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Creo que estoy asumiendo el hecho de que los títulos no son lo mío, no tienen nada de gancho, pero con cuatro palabras me basta para indicar la ruta que seguirá este artículo: comprendernos.

Comprendernos pero no a nosotros mismos. En esa misión ya me he dado prácticamente por vencido. Parece que navegar en nuestro subconsciente es como ir con una nave espacial por todo el universo, no seremos capaces de encontrar un límite que lo defina pero sí muchos planetas que lo conformen. Investigar en nuestro interior es encontrar nuestros propios planetas, nuestros rasgos que nos puedan definir de forma general. En este caso no pretendo profundizar tanto en intentar comprender al resto. Soy consciente de que es una tarea imposible. ¿Por qué? Vamos paso a paso mejor.

Empiezo con los impulsos. Nunca sabremos realmente si una acción se realizó pensando y razonando o fue fruto de un impulso. No es fácil porque tampoco podrás confiar plenamente en lo que te diga la otra persona (bueno, como poder puedes, ahora bien, la hostia te la puedes llevar), y lo más probable es que esa persona ni si quiera sepa por qué lo ha hecho. Me gusta entender los impulsos como la zona no explorada del universo, la materia oscura. Parte de lo no descubierto. Es probable que esa persona no haya llegado a ese punto de su universo. Quizás tú sí hayas explorado esa región de su cosmos. No es fácil, pero confiemos en que realmente sí son impulsos. Cualquiera podría decir que no hacemos nada sin motivo alguno. Tendría razón. No es que no tenga motivo, es que no lo conocemos. Ni nosotros ni ellos. ¿Cómo vas a ser capaz de comprender a alguien que ni a sí mismo se comprende? Se puede, pero es muy difícil porque cuentas únicamente con tu perspectiva u otras en tercera persona, pero ninguna en primera persona.

Aquí el segundo punto: las perspectivas. Pongamos el siguiente ejemplo. Si yo a una línea (entendamos que esta tiene tres dimensiones) la observo desde su origen parecerá un punto. Yo sólo tengo esa imagen, no sé si tiene más profundidad o es un simple punto. Puedo creer que es un punto por no haber visto más o entender que es una línea aún sin saberlo. Llevando este ejemplo a niveles prácticos, ante una duda, puedo hacer caso omiso a todo lo que no sea lo que yo observo y sé a ciencia cierta (y creer que es un punto) o puedo sobrepensar y creer que hay más de lo que veo (entender que hay una línea). Las perspectivas las podemos ampliar. Si intento ver el punto desde otro lado, confirmaré que hay un punto o me sorprenderé viendo que es una línea. Las perspectivas son el mejor instrumento para intentar entender a las personas que nos rodean. Hay veces que nos intentan mostrar una u otra. Ver la luna desde muchas perspectivas solo de su lado oscuro nos llevará a la conclusión de que la luna es absolutamente oscura. A veces intentan conseguir eso. Cuando nos quieren "ayudar a ver algo" o quieren que "abramos los ojos" muchas veces lo que pretenden es que veamos solo la cara oscura. Por eso hablar de ellas me sirve para haceros ver otro punto más de por qué entender a alguien es casi imposible.

Tener las perspectivas es lo mejor pero para hacernos pensar, no para servirnos conclusiones en bandeja (de hecho, no nos las sirven ni en bandeja ni en bolsa de papel, las conclusiones no llegan). Por eso tenemos que verlas de la forma más objetiva posible. Y aquí llega el mayor desequilibrante para esa objetividad. Bueno no, para la objetividad el mayor es el amor, pero sí lo es para los dos puntos que desarrollé antes: la mentira. Dejé pequeños esbozos pero quería desarrollarla aparte. "Tampoco podrás confiar plenamente en lo que te diga". "Hay veces que nos intentan mostrar una u otra". Siempre mentiras. Hace no mucho escribí sobre la confianza. Dije que prefería confiar ciegamente que parecer receloso. Esto no nos aparta de las mentiras. Siempre están ahí. Contemos también con que hay facetas, materia oscura, que no conocemos, pero intentemos no clasificarlas como mentiras. A veces esos impulsos no son impulsos, sólo nos los quieren mostrar así para restarles importancia. Es la excusa más sencilla y rápida, decir que hiciste mal tan solo porque algo que no puedes controlar te empujó a hacerlo. Crees entender a esa persona. Tienes una conclusión más o menos clara porque lo que hacía mal era casualidad y sin mala intención. Y claro, las perspectivas son manipulables. Suelen vendernos una, la que les conviene. Eso es lógico, no hay nada en contra, siempre y cuando no mientan. Evidentemente, hablamos de la mentira. Cuando creemos tener una conclusión clara, otra vez, basada en perspectivas, y la destruyen de un zarpazo, nos damos cuenta de que han mentido. ¿Mentiras? Traición. En estos casos van unidos ambos términos.

Es verdad que he planteado el hecho de conocer a las personas que nos rodean como algo imposible pero cuando sabes que lo has conseguido es precioso. Sabes que esa persona está completamente unida a ti. La conoces, sabes de sus errores y de sus cualidades, pero sabes que te quiere. Bueno, en realidad es normal pensar que nunca lo sabrás, siempre quedará algo que descubrir. Y es verdad, no sé cómo soy capaz de determinarlo con tanta sencillez, pero es mi libro.

¿Queréis un mensaje en claro? Intentad ser felices con las personas que queréis. Si les queréis bien seguro que llegaréis a conocerlos de verdad. Y si no es así, no pasa nada. A seguir leyendo, los libros se dejan conocer y jamás ignorarán tu cariño.

Tras una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora