¿Qué es un amigo? ¿Es un amigo la persona a la que conoces por casualidad pero que te ves con la suficiente confianza para conversar con él de cualquier tema por apenas un par de horas? ¿Se podría considerar amigo al chaval con el que has pasado la mayor parte de tu infancia aunque realmente no coincidáis en nada? A día de hoy, el abanico de lo que determinamos como amigos se encuentra desde la chica a la que conociste por Internet jugando al LOL el mes pasado hasta el grupo de chavales de los que solo tienes noticias los fines de semana para ir a tomar algo.
Esto se debe, según yo lo percibo, al tan desarrollado sentimiento de posesión que tanto nos atrae a los humanos. O incluso a las carencias de cariño que todos sufrimos. Apostaría que ambos factores se pueden atribuir este problema a partes iguales. La posesión hace que nos guste tener y mantener, por estúpido que sea, cuanto más de lo que podamos. Nos gusta gritar a los cuatro vientos que tenemos muchos amigos, que estamos muy bien rodeados, pero realmente la mitad no representan nada en nuestras vidas, tan solo un número que nos reconforta y empodera nuestro ego. Por otra parte, estamos continuamente faltos de cariño, e intentamos llenar ese vacío con una desorbitada cantidad de personas que nos aporten poco en lugar de tener pocas que nos aporten más.
Haciendo énfasis, en este punto, imaginad el siguiente ejemplo: debéis llenar una bolsa, o bien con pelotas de tenis o bien con canicas. Para llenarla con canicas, necesitarás muchas, pero estas ocuparan poco espacio y sacar alguna no será un cambio significativo. Sin embargo, si la llenas con pelotas de tenis, estas representarán más. Extraer alguna de la bolsa dejaría un vacío más difícil de remediar. Os toca pensar sobre cuáles son amigos para vosotros y diferenciar entre ellos y los personajes de relleno de nuestra vida que no hacen más que aportar un diálogo sin fundamento en dicha obra.
Yo tengo una forma especial de medir la cantidad de amigos que tengo (no es que sea demasiado singular, pero creo que a los adolescentes nos vendría bien tenerla en cuenta): ¿Por cuántas personas harías un esfuerzo algo elevado? Cargar en ocasiones con sus problemas es parte de una amistad, al igual que lo es extender nuestra mano para que la puedan utilizar como apoyo. Voy a destacar algunos casos que brillan por ser comunes en cualquier amistad. ¿Por cuántas personas serías capaz de entregar una gran parte de tu dinero dedicado a tu ocio? ¿Por cuántas personas estarías dispuesto a pasar una mala noche para que esa persona estuviera tranquila? ¿Por cuántas personas te dispondrías a dejar pasar una gran oportunidad para compartirla o entregarla a esa persona? Esas son las verdaderas amistades. Amistades que te importan lo suficiente para hacer esos sacrificios. Esos y muchos otros, con la única finalidad de transformar las comisuras de sus labios en una sonrisa.
Lo que menos puede llegar a importar es el número. Da igual si en tu lista de amigos solo cuentas cinco nombres como si cuentas más de cincuenta. No hace falta convencerse de que los tuyos son mejores por ser menos ni de que eres mejor persona por tener más. Es cuestión de ir ampliando la lista con el paso del tiempo sin importar si alguno cae de ella pero con cuidado de que eso no ocurra. El objetivo más puro y sano es el de mostrar lo que puedes entregar si se te ofrece la ocasión. Mientras que al número no había forma de sacarle algún motivo para estar orgulloso, a los esfuerzos sí. Darlo todo por un futuro que solo está dibujado en forma de boceto en nuestra imaginación es estar entregado por ser el mejor compañero de vida en el que somos capaces de convertirnos. Y además, sin esperar nada, solo soñando.
Seamos realistas, no por hacer una acción positiva vas a tener una recompensa gratificante por puras que sean tus intenciones. Por eso no debemos andar pensando en la reciprocidad, sino más bien en entregar todo lo que se encuentre en nuestras manos y alegrarnos cuando un fruto de esas semillas que plantamos aparezca en nuestro camino. Porque qué menos que entender que el logro de un amigo es el tuyo propio. Que subirle en hombros para que sea él el que alcance la manzana del árbol es aportar lo suficiente como para sentirnos parte de ese mérito. Que no es cuestión de lucrarnos sino de sentirnos orgullosos.
Es el mayor regalo que nos pudo hacer el universo. La capacidad de estrechar lazos con personas dispuestas a continuar parte del camino contigo y en las que puedes confiar plenamente.
Eso es amistad. Cerrar los ojos y regalar flores sin pensar en cuántas quedan en el ramo y en cuántos han disfrutado de su olor.
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Tras una sonrisa
No FicciónLa adolescencia es esa etapa que tanto se pasa por alto aun siendo la que más relevancia tiene en nuestras vidas. Es mucho más que eso de "el paso a la edad adulta". Es el momento en el que le damos forma a la bola de barro con la que llevamos jugan...