Atenea
Jamás se me pasó por la cabeza que las cosas con Alyssa llegaran al extremo que lo han hecho.
He pasado de considerarla una víbora interesada a una loca desquiciada en cuestión de minutos. No es que en algún momento tuviera miedo al verla apuntándome con el arma pero es de suponer que si se atrevió a hacer algo así muy estable mentalmente no está.
La decisión en su mirada no es algo que me sorprenda, después de todo ya ha dejado claro que le sirvo más muerta que viva, pero lamentablemente para ella lo decidida no le quita lo pendeja. Si la he dejado creer que tiene el control de la situación ha sido porque quiero ver hasta donde es capaz de llegar, no por incapacidad para desarmarla. He salido de peores y ella no es quien me vaya a hacer visitar el infierno. Ese privilegio no se lo pienso dar.
La veo retener el aire mientras sostiene la pistola y sé que es cuestión de segundos para que tire del gatillo. Me preparo internamente a la par que con disimulo meto la mano en la cinturilla del pantalón y me pongo en la mejor posición para dar en el blanco. Agarro el mango de mi cuchillo con la derecha cuando escucho el sonido del ascensor siendo consciente que alguien acaba de entrar a mi casa, para variar.
Transcurren un par de segundos tensos donde la adrenalina circula libre en mi torrente sanguíneo e imagino que por el suyo también. Todo sucede en segundos y en el momento que menos me lo espero, justo cuando estoy a punto de lanzar el cuchillo hacia la mano que sostiene el arma, escucho su voz. Esa voz inconfundible.
―¿Qué mierda estás haciendo jodida loca?
Esa simple oración es suficiente para que ambas detengamos en seco lo que hacíamos. Alyssa se gira sin poderse creer que él este aquí y yo por mi parte me lanzo a quitarle el arma sin ninguna oposición de su parte porque como es de suponer se va a jugar el papel de pobre víctima. Sin embargo, para su desgracia puede que a mí me valga madres ser la villana la gran parte del tiempo pero en esta ocasión no y tengo pruebas de mi inocencia. O espero tenerlas.
―Yo… yo… lo siento. No quería hacerlo. No sé que me pasó ―es lo primero que dice excusándose y no me molesto en evitar que mi mirada vaya al techo ante su falsedad.
―A quién deberías pedir perdón no es a mí ―espeta con una dura mirada y sin quererlo sonrío.
«Atenea uno, Alyssa cero.»
―Siempre te pones de su parte ―masculla con molestia. Se voltea a mirarme acusadoramente y no me queda de otra que encogerme de hombros. ―Ni siquiera sabes lo que hizo y la defiendes ―se cruza de brazos enfurruñandose.
Al verla no puedo evitar pensar en cómo alguien que quiso matarme hace unos minutos puede comportarse como una cría ahorita porque en serio que no lo entiendo.
―Me da igual lo que haya pasado, Alyssa. Lo único que he visto ha sido a ti a punto de pegarle un tiro a mi hija y a ella a punto de clavarte un cuchillo ―ladra provocando otra miradita de mi hermanastra ex amiga hacia mí.
―A mí no me mires así, Alyssa. ¿Te creíste que me iba a dejar matar tan fácil? Tal parece que no me conoces, mi reina. Primero asesina antes que cadáver ―hablo metiendo una vez mas el cuchillo en la vaina colocada en la cinturilla de mi pantalón.
Esa costumbre de siempre estar armada me ha salvado el pellejo varias veces y hoy no iba a ser distinto.
―Me alegra que lo digas y de ser diferente circunstancia estaría hasta orgulloso de ti, hija, pero esto ha pasado todos los límites ―hace notar y asiento dándole la razón. ―Quiero saber que ha pasado aquí, ya mismo ―exige mirándonos a ambas que sin darnos cuenta estamos lado a lado mientras el señor ministro nos requiere. Vaya ironía.
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Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024
RomanceLibro 1 de la Trilogía Peligro (borrador) Tras culminar exitosamente su misión en México la capitana Atenea está de regreso en Alemania dispuesta a continuar con su vida y dejar el pasado atrás aunque para ella ya nada será igual. La infiltración t...