Capítulo 6

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Narrador omnisciente

Todas las personas esconden secretos.

Todos en ese restaurante lo saben por experiencia aunque hay que admitir que algunos están mejor guardados que otros y esos son los más peligrosos. Esos secretos guardados celosamente hasta salir a la luz, ya sea por decisión de quien lo guarda o de alguien mas, son los más destructivos porque tienen la capacidad de provocar un caos inigualable. Un caos como el que se desató con la llegada de la persona que menos esperaban ver ahí los miembros de la familia Mitchell o el mismo Maximilian Black.

Altiva, orgullosa y con el mentón en alto, ha llegado acompañada de una joven mujer enfundada en un provocativo vestido azul y de un caballero de traje y corbata azul quienes enganchados de cada brazo suyo avanzan decididos con un propósito en mente que es estar cerca de la chica en cada momento porque más que amigos suyos, son quienes la protegen aún cuando ella podría cuidarse perfectamente sola. Su entrada, en un elegante pero atrevido vestido negro y botas de tacón aguja hasta la rodilla, causa el revuelo esperado y sonríe al ver las caras de casi todos desencajadas. La mayoría de ellos no sabe que está haciendo allí, se supone que es una reunion familiar y, a pesar de que perfectamente podría estar de casualidad ahí, algo en el fondo les dice que no es así.

―¿Qué haces aquí? ―Pregunta la señora Mila enojada por la interrupción de la chica en esa cena que habia organizado su esposo para limar asperezas con su yerno.

No hay respuesta por parte de la pelinegra aunque todos ya esperan por una. Esta se limita a permanecer con una sonrisita de superioridad maravillada por lo que sucede ahí. Había llegado el momento de quitarse parte de la máscara y sin saberlo Maximilian había contribuido a ello.

―Sí, Atenea, dínos qué estás haciendo por aquí ―presiona la señora de Black también molesta ajena a la mirada lasciva que dirige su marido a la capitana sin poderlo evitar.

Su presencia no es bienvenida, eso lo puede ver cualquiera. Sin embargo, si está ahí es porque debe estar. A pesar de que ella tampoco tiene en estima a la matriarca de apellido de soltera Mitchell o a cualquier miembro de su familia. Todos son unas sanguijuelas chupasangre según su criterio a excepción de Alyssa quién pensaba estaba fuera de esa categoría.

El patriarca permanece callado, analizando cada una de las reacciones que se producen en los presentes y previendo cuales sucederán en unos segundos. Quien más le preocupa es Alyssa y tiene motivos para eso. Quince años creyendo lo que no es sobre Atenea le afectaran pero es necesario tomar medidas para que llegado el momento este todo en orden. La llegada de Maximilian a la familia lo aceleró todo y más vale hablar antes de que sea él quien lo descubra por sí mismo y quiera usarlo. Sabe los alcances del comandante, también los de Atenea y tiene claro que tarde o temprano algo sucederá, por eso es mejor salir del problema antes de que se haga mayor. Respira, sabe que habrán quienes se molesten, salgan lastimados y mucho más pero su objetivo es claro.

―Atenea, ven a mi lado ―pronuncia sorprendiendo a todos. La mencionada acata la orden dejando atrás a sus acompañantes, pasando al lado de su comandante, su hasta ahora mejor amiga y la madre de esta, situandose al lado derecho de quién la llamó. Ambos se miran cómplices sabiendo el desastre que causaran. Maximilian los observa detalladamente y se sorprende con lo que descubre, o con lo que cree descubrir porque llegados a este punto no se diferencia lo real de lo falso, la verdad de la mentira.

―Esta es una cena familiar, papa. No entiendo que haces llamando a Ate porque por muy amiga mía que sea no es familia ―interviene Alyssa. No le gustan tantas atenciones para su amiga. Se supone que esa noche el centro de atencion serian ella y su esposo.

―¿Amiga? ―Pregunta la capitana hablando por primera vez. No tenía en mente tocar ese tema en particular pero la oportunidad se ha presentado y no lo desaprovechara. ―Soy tu amiga cuando te conviene, Alyssa, no has valorado mi amistad estos quince años porque de ser así no te habrías ido de lengua larga con Maximilian metiéndole ideas en la cabeza ―suelta dolida. No le preocupa lo que Maximilian pensara, en ningún momento lo hizo pero le dolió esa traición de quien tanto aprecia. ―No obstante, no te tengo rencor. No le guardo rencor a gente que aprecio aunque ve olvidándote de tener mi confianza. Te quiero, más de lo que crees, pero no confío en ti. Ya no.

―¿Tanto drama por ser sincera con el hombre que me casé? ¿En serio? Lo que dije yo lo habría dicho cualquiera porque es verdad.  Siempre te has tomado atribuciones que no te tocan siendo una simple capitana ―contesta confirmándole a Atenea lo que ya suponía y demostrándole que en el fondo se muere de la envidia.

«Si ahora me tiene tanta envidia en un rato hasta me va a odiar» piensa con ligera tristeza. Ella no es tan falsa como la otra. Era sincera al decir que la quería.

El padre al ver que se complican las cosas interviene con esa voz autoritaria que lo caracteriza.

―Deberias tener mas respeto por Atenea, Alyssa ―espeta callando de golpe cualquier otra cosa que la aludida pretendiera decir. ―Aunque te hagas la ciega sabes que ella es mucho mejor que tú y no quiero lloriqueos porque es la verdad. Tú eres capitana por decisión del hombre con quién te casaste no por mérito propio pero eso ni tú ni tu madre lo piensan. Siempre prefieren criticar a otras personas en lugar de a sí mismas como si fueran las mejores y no lo son.

Los murmullos por parte de la familia de la mujer no se hacen esperar y las adolescentes Sabrina y Shania, primas de Aly, se despegan de la pantalla de sus móviles dándose cuenta del nivel de tensión que se vive. El padre de ambas se gana una mirada asesina del cuñado por los cuchicheos en tanto la rubia fulmina con la mirada al hombre que acaba de regañarla como si tuviera tres años y para colmo ha elegido defender a la otra en lugar de a ella. Inaceptable.

Maximilian a un lado de la esposa lo escucha y ve todo sin emitir una sola palabra.

Mila se pone roja de la rabia y la vergüenza. ¿Cómo su esposo se atreve a hablarle asi enfrente de su familia? No entiende sus motivos para poner a esa mojigata por encima de su propia hija. Atenea es solo la amiga de su hija, nada más. Y ella conoce bien a su hija, sabe la verdad detrás de las duras palabras del marido pero la imagen y reputación ante todo, por eso no tenía el derecho de decir tales cosas. Menos en un lugar tan elegante como en el que se encontraban aunque estuvieran en un reservado sin otros testigos que la propia familia. Eso cree ella pues a pocos metros los amigos de la pelinegra ojigrises lo escuchan todo, atentos ante cualquier cosa que sea una amenaza para el bienestar de su protegida.

―Ya no le des mas vueltas al tema, es hora de la verdad ―le susurra Atenea al patriarca ganándose un asentimiento de su parte. Busca a alguien con la mirada y sonríe burlona cuando obtiene su atención. Se toma de la mano con el hombre a su lado decidida a que se sepa lo que tantos años se ha ocultado y sabe que a partir de ahora mucho cambiará pero este momento llevaba tiempo predestinado a suceder y ella deseando que lo hiciera aunque sus motivos ya no sean los mismos. Toma una bocanada de aire que no necesita y se prepara. ―Todos en este reservado a excepción de Maximilian me conocen hace años, ¿cierto? ―dice atrayendo aun mas la atención de los presentes y obteniendo un asentimiento general como respuesta pese a que nadie sabe que pasa. Mila la ve desconfiada y con algo de rabia. Alyssa otro tanto. Maximilian interesado en confirmar lo que supuso en cuanto los vio juntos. El resto con curiosidad, de esa que tienen las viboras. ―¿Recuerdan cómo entré a sus vidas? ―Cuestiona confundiendo a todos, saboreando la reacción de irritación de Mila. Nunca la soportó, solo fingía que sí porque eso le habían dicho que hiciera. ―Bien pues… todo fue un teatro. A quienes conocieron no eran mis padres y ellos tampoco murieron en ningún accidente ―pausa recordando todo lo que esa persona había hecho por mantenerla oculta del mundo. ―Me fui de Alemania a los diez años a vivir con mi tío quien hoy es presidente de México, eso ya lo sabían pero ignoran el real porque y a eso he venido ―endereza la espalda exhibiendo su metro setenta y cinco de estatura antes de abrir la caja de Pandora. ―El verdadero motivo de mi marcha fue el casamiento de mi progenitor, Christopher Killian Muller.

Esa simple oración lo cambia todo, para todos.

El secreto mejor guardado del ministro ha sido revelado y solo espera que no salga todo mal porque ama a su esposa y a su hija, en realidad hijastra, pero si no reaccionan bien… mejor no pensar que sucederá.


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