Atenea
Tengo que admitir que el comandante me sorprende con algo diferente cada día que pasa y eso me gusta tanto que hace que me replantee si en realidad debería limitarme tanto con él como lo he estado haciendo. Con él últimamente siento que puedo ser yo sin temor a ser rechazada por lo jodida que estoy o vista como un ser débil y tal cosa me asusta como poco de a lo que me he enfrentado a lo largo de los años ha podido hacerlo porque no sé qué me pasa cuando está cerca. Me vuelvo un ser diferente a lo habitual. Me convierto en eso que desde pequeña aprendí que debía evitar y cada hora que paso con él esa sensación aumenta exponencialmente pero, inexplicablemente, no tengo ganas de frenarlo sino todo lo contrario.
Hay una parte de mí que grita por ser sacada a la luz desde hace muchísimo tiempo y desde que Maximilian apareció en mi vida sus intentos por liberarse de mi control han ido en crescendo como si por alguna razón él fuera el detonante lo cual me parece ridículamente imposible. Sin embargo, esa es la realidad por extraña e incomprensible que parezca en este momento y quiero descubrir a qué se debe así que, luego de nuestro frenético momento lujurioso hace unas horas, he tomado la decisión de dejarme llevar con el propósito de develar el misterio que supone para mí la enorme influencia que es capaz de ejercer sobre mí.
Que haya elegido dejar de lado sus responsabilidades por hoy para estar con Artemisa y conmigo ha sido un hecho tan sorprendente cómo util a mi nueva motivación pues es la excusa perfecta para empezar a armar el puzzle que supone la misteriosa vida del rubio y también representa un alivio poder compartir la supervisión de la rubita con alguien más porque esa cría es peor que Dash, el demonio de Tasmania de los Looney Tunes, y más curiosa que Sherlock Holmes. Todo lo quiere saber y todo lo pregunta y estar en el zoo no ayuda mucho a que se quede callada pero sí a que esté tranquilita y sin corretear alrededor mío y de Max como estaría haciéndolo de estar en otro sitio. Por tanto, agradezco mentalmente al animal que a mi lado camina pues ha sido su idea estar en este lugar y no en otro.
Suspiro mirándole sin poderlo evitar.
«Es tan perfecto que duele» y eso me pone a pensar en cómo serían las cosas si no existieran tantos obstáculos que impiden un acercamiento mayor y hacen que hasta una amistad entre nosotros deba esconderse.
―¿Y eso qué es? ―Escucho que la pequeña pregunta cuando pasamos frente a la jaula de una pareja de ornitorrincos.
―Un mamífero que pone huevos y alimenta de leche a sus crías ―responde con paciencia agachándose junto a ella y la imagen que brindan es la de un padre con su hija
Nadie sería el capaz de rebatir eso viendo el parecido entre los dos.
―Creo que lo que te ha preguntado es el nombre del animalito, tontín ―me burlo apoyando las palmas de mis manos en sus hombros e inclinándome hacia delante. ―Es un ornitorrinco, Artemisa. Igual que Perry, el de Phineas y Ferb ―le digo recordando su expresión al ver caricaturas por primera vez en su vida.
Reitero lo dicho, con Vicente y Hela no tiene una vida normal.
―¿Y por qué no es verde, hermana? ―Quiere saber. ―El olnitololinco de ellos es verde, bonito, pero este es carmelita y es muy feo ―alega provocando que Maximilian y yo riamos ante su expresión enfurruñada y su equivocación al pronunciar el nombre del raro animal.
―Se dice ornitorrinco ―corrige él. ―Or-ni-to-rrin-co ―repite dividiendo la palabra en sílabas y la niña lo imita hasta que dice bien el sustantivo. ―Y es carmelita porque nació así ―contesta ganándose una mala mirada que me hace sonreír.
―Yo quiero uno verde ―exige girandose hacia nosotros cruzada de brazos y niego con la cabeza.
―Eso es imposible porque así no existen y, además, es una especie en peligro ―soy clara.
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Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024
RomanceLibro 1 de la Trilogía Peligro (borrador) Tras culminar exitosamente su misión en México la capitana Atenea está de regreso en Alemania dispuesta a continuar con su vida y dejar el pasado atrás aunque para ella ya nada será igual. La infiltración t...