Capítulo 44

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Atenea

—¿Qué haces aquí? —Es lo primero que le pregunto al energúmeno en cuanto todos se marchan.

Su presencia aquí es algo inesperado. Un factor que no tuve en cuenta y que puede arruinar los planes que tengo para los próximos días a pesar de haber demostrado ya que no le importa cuanta destrucción cause. Sin embargo, nada puede salir mal así que tengo que saber qué lo trajo hasta este sitio.

—¿Así es cómo me vas a recibir? Siendo sincero, esperaba algo diferente —responde entrando a mi despacho sin pedir permiso.

¿Quién se cree este?

—En ese caso, lamento decepcionarte pero esto es lo que hay. No me pillas en buen momento —me defiendo y en parte es cierto.

La conversación con Alex no fue nada agradable y mucho menos lo fue haberme dado cuenta de que todos se creyeron con derecho a decidir sobre algo que me involucraba pero juro que no volverá a suceder. A la próxima persona que lo intente la aniquilaré hasta que no queden ni siquiera huesos que analizar.

—Ya, eso es fácil notarlo —replica paseándose por toda la habitación hasta que se detiene frente a una estatuilla de Atenea que decora la estantería de libros. —Bonito despacho, por cierto —añade mirándome de reojo.

—Evidentemente lo es —contesto con orgullo olvidando mi anterior estado de ánimo. —Yo misma elegí la decoración de toda la casa y gran parte de las otras también —agrego con una sonrisita de suficiencia recordando lo fácil que fue.

—No sabía que tenías un lado hogareño también. Admito que me sorprende —dice con evidente sorpresa.

—Hay muchas cosas de mí que no conoces —digo quitándole importancia al tema mientras me siento detrás del antiguo escritorio de roble que se impone a todo lo demás de la estancia. —Ahora siéntate y responde lo que te he preguntado —ordeno con impaciencia.

Detesto que se vaya por las ramas en lugar de ser sincero.

—Bien, de acuerdo, tú ganas —habla sentándose en una butaca. —Vine porque quise, ¿eso responde a tu pregunta? —Cuestiona y obviamente niego. —Digamos que yo también tengo asuntos aquí en México, ¿satisfecha ahora?

—No —vuelvo a negar. —Sé sincero de una vez y dime qué carajos haces aquí —espeto mirándole con mi paciencia ya esfumada totalmente.

Bufa con fastidio y, actuando como el maniático bipolar que es, se ríe.

—Vine porque tienes que entender que no puedes jugar conmigo, Atenea. Cada acción tiene una reacción y esta es la mía —contesta sonriendo de medio lado y yo maldigo no tener control sobre mi cuerpo cada que hace eso. —¿Vienes o voy? —Pregunta y puedo apostar todo lo que tengo a que lo que sigue es una escena no apta para niños.

Su mirada no deja lugar a la duda y el que todo rastro de cordura haya abandonado mi mente tampoco.

—Ven —respondo decidida y él no titubea.

Me obliga a levantarme de la silla, hace que enrede mis piernas alrededor de sus caderas y en menos de un pestañazo me sienta sobre el escritorio tirando todo lo que en él hay al suelo. Por unos segundos recuerdo que ahí estaban los documentos de mi investigación al CJNG pero lo olvido al sentir su boca moviéndose sobre la mía y una vez más mando la razón al infierno para disfrutar del momento respondiendo con la misma fiereza y desesperación a su beso.

La ropa desaparece, nuestros cuerpos desnudos se rozan y se me escapa un gemido cuando sus manos me tocan erizandome la piel. Cierro los ojos ante el placer pero los abro de golpe al llegar la primera embestida y me encuentro con la mirada de Maximilian fija en mí. Se relame los labios y vuelve a embestir provocando que un quejido abandone mis labios.

Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora