Capítulo 24

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Maximilian

Sacarle informacion a un niño no es algo fácil y hasta el día de hoy no lo sabía porque nunca antes había tenido que hacerlo. Si decidí hacerlo fue porque yo tuve tantas dudas como la misma Atenea después de lo dicho de manera tan inocente
por la pequeña Artemisa y al cabo de dos horas y media conversando tengo la certeza de que sus sospechas no están del todo infundadas pero no quiero presionar de más a la niña. Eso podría ser más negativo que positivo.

Ahora está acostada en el suelo haciendo una especie de dibujo con uno de mis bolígrafos en la parte sin escribir de un informe que me fue entregado hace semanas y que ya perdió utilidad y validez. Me ha parecido que esa una buena manera de que se divierta y olvide de mis preguntas aunque si algo tengo claro es que hará falta más tiempo para descubrir la gravedad del tema y eso es justamente lo que no hay.

Por lo que he podido apreciar la pequeña a todas luces ha sido influenciada por sus padres a su conveniencia para que vea las cosas de manera que ellos son sus héroes y que todo lo malo que puedan hacerle es únicamente con la intención de que sea una buena niña y no con la intención de hacerle mal, algo que evidentemente ya le han hecho porque con la edad que tiene no debería vivir con tantas restricciones. Como ejemplo de lo que no debe ser eligieron a Atenea haciendo que la cría tuviera una visión maligna de su hermana, quien ni siquiera conocía de su existencia. Sin embargo Artemisa a pesar de todo lo que le hayan dicho sobre la capitana eligió darle una oportunidad pues según me dijo siempre quiso saber qué se sentía tener una hermana al negarle su madre el derecho a conocerla. Todos estos años la niña sabía que tenía una hermana en alguna parte del mundo pero ni siquiera le habían mostrado una foto para que la reconociera en el futuro. Eso unido a todas las ideas que deben haberle metido en la cabeza me hace suponer que el propósito de todo no era otro más que fomentar el odio hacia Müller.

No se qué ganaría la comandante Martínez provocando que la menor deteste a la mayor y tampoco me interesa. No me genera curiosidad tan siquiera. Lo único que me provoca es asco porque alguien que daña la cabeza de sus hijos no debería ser madre y esa mujer no se conformo con dañar a Atenea y luego abandonarla dejándola peor que antes sino que pretende hacerlo con la rubita. De hecho ya en cierta medida lo hizo aunque afortunadamente aún hay tiempo de evitar un mal mayor pero ello depende de lo que decida la capitana cuando le diga el resultado de mis indagaciones.

―¡Grandulote! ―Grita de repente ese pequeño ser humano de metro y algo de estatura llamando mi atención. La observo momentáneamente y me percato de que está ondeando una hoja de papel. Otra vez. ―¡Granduloteeeee! ―Vuelve a decir alargando la palabra por décima vez en lo que ha transcurrido de mañana.

«Tan impaciente como la hermana.»

Suspiro sonoramente solicitando paciencia al de arriba y preguntándome cuánto más tardará la responsable de la rubita en aparecer porque si bien acepté quedarme con ella y tuve una especie de sesión terapéutica no quiere decir que me gusten los revoltosos y mucho menos que tenga el temple necesario para lidiar con ellos. Sin embargo tengo que reconocer que teniendo el pico cerrado es muy tranquila, mucho más que otros niños de su edad.

―¿Qué quieres ahora, enana? ¿Otra hoja? ¿Ya gastaste ese lapicero y quieres otro? ―Me adelanto a preguntar y niega con la cabeza.

―No grandulote. Ya no quiero dibujar más ―informa y se levanta. Sacude la falda de su vestidito y camina hasta llegar al escritorio con decisión. Me extiende las cinco hojas que le di en diferentes momentos junto con el bolígrafo. ―Miralos.

Su petición no me toma por sorpresa. Es sabido que hasta los niños cuando hacen algo que piensan que les salió bien van a enseñartelo o contartelo. En este caso la primera opción.

Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora