Capítulo 46

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Atenea

Las horas de vuelo desde Tijuana a Puerto Vallarta discurren sin ningún percance mayor del esperado y antes de lo que pienso ya nos encontramos volando sobre la ciudad.

―Quince minutos para el aterrizaje ―informa el rubio que a mi lado se encuentra a la tripulación a través del sistema de altavoces de la aeronave.

Me preparo para el arribo a la base militar enclavada en la porción de la Sierra Madre Occidental más cercana a la ciudad y repaso mentalmente el plan que tiene como objetivo rescatar a mi hermana y deshacerme de un cartel que lleva años estorbándome pero que firmó su sentencia de exterminio con lo de Artemisa aunque reconozco que si algo llama poderosamente mi atención es que no hayan llamado pidiendo rescate o para vanagloriarse de lo hecho. Es por eso que me inclino a pensar que desconocen la relación que me ata a la cría. La alternativa sería que el chantaje va dirigido a los padres de la niña en vez de a mí.

Las dudas no dejan de surgir pero me obligo a dejarlas para otro momento. Enfoco mi mente y pensamientos solamente en lo que está por suceder para evitar que las emociones arruinen lo que he venido a hacer a este lado del país. Maximilian me mira de reojo interrogante, seguramente mi inquietud no le pasó desapercibida, así que levanto mi pulgar derecho para indicarle que todo está bien aunque por dentro sea un hervidero de caos, nervios e indecisión.

―¿Listo para el aterrizaje? ―Cuestiono para distraerlo y asiente mirándome suspicaz.

―¿Y tú? ―Indaga a su vez.

―Lista ―contesto llenándome de seguridad al tomar una gran bocanada de aire.

―Me tranquiliza escuchar eso, capitana ―replica y sé que lo hace para recordarme que ahora me toca comportarme como militar y no como una hermana preocupada.

Decidida a que nadie más vea mi flaqueza le dejo el control de mis acciones a mi versión más fría y calculadora dejando de lado mi faceta humana. Ahora es momento de ser esa bestia que se disfraza de militar para salir a cazar a quien se atreva a desafiarme. Lamentablemente ellos lo hicieron.

―Comandante ―rectifico ante su mirada descolocada. ―De ahora en adelante me llamarás por mi rango dentro del ejército de México. La FIEM en este operativo no tiene injerencia, Maximilian ―agrego divisando ya la zona militar.

―Como guste, comandante ―cede con una sonrisa de esas que me embotan los sentidos y arrebatan el juicio pero que en esta ocasión no me genera nada.

―Preparate para aterrizar ―informo centrada en lo mío e ignorando el hecho de que no despegue la mirada de mí uso la radio para llamar al trafico aéreo de la base. ―Torre de control,  aeronave UH-6035 de Tijuana solicitando permiso para entrar en espacio aéreo restringido y aterrizar en base militar. Cambio.

―Recibido. ¿Cuál es el motivo de su aterrizaje y quién está al mando de la aeronave? Cambio.

―Comandante Atenea Müller al mando y esperando instrucciones para el aterrizaje. Motivos de carácter confidencial. Cambio.

Tardan un par de segundos en responder, seguramente verificando la identidad que he brindado con los de control aereo de Tijuana, pero para cuando lo hacen estoy a metros de entrar en el territorio restringido.

―Bienvenida a la base militar de Ladera Occidental, mi comandante. Tiene luz verde para ingresar en espacio aéreo militar y aterrizar en el helipuerto del edificio central. Cambio.

Teniendo permiso para volar sobre la base doy aviso a la tripulación de que faltan minutos para el aterrizaje y que sabiendo esto tomen todas las medidas necesarias para no sufrir accidentes.

Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora