Capítulo 39

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Atenea

Una vez acordados con Max los pasos a seguir con Dominic y su posible traición, nos hemos despedido con la promesa de que a mi regreso ya tendrá datos que desmientan o confirmen lo que sospechamos y, claro está, que ni uno ni el otro hará algo que pueda afectar su candidatura a inicios del siguiente año pues en vista de la situación actual se ha vuelto vital para ambos llegar a la cúspide del poder. Para ello es imprescindible ganar méritos, aliados y tener de nuestro lado a la opinión pública de la élite militar incluso antes de que los candidatos sean dados a conocer porque de ese modo es más fácil aspirar a la victoria que tanto necesitamos. Sin embargo, el mayor obstáculo en todo esto somos nosotros mismos y nuestras personalidades explosivas que a la menor provocación sacan lo peor de ambos por lo que se torna necesario tomar precauciones para que nadie se entere de los desastres que causamos, tanto juntos como por separado, y por ello hemos decidido dejar a un lado todo lo que nos estorba en aras de alcanzar nuestro objetivo principal.

Sé que no será fácil el camino a recorrer y él también pero, a pesar de eso, tenemos la certeza de que podemos lograrlo porque, como ya ha quedado claro ayer, juntos somos imparables. Esa es nuestra principal carta bajo la manga debido a que nadie se espera que capitana y comandante congenien. Nadie sospecha siquiera que pasamos de ser dos seres que se toleraban por obligación a dormir en la misma cama y eso nos da ventaja respecto al resto pues en cuanto el mundo conozca nuestro propósito generará tal confusión y sorpresa que nadie hablará de otra cosa y eso representa promoción gratuita a nuestra unión política.

Luego de esa plática y posterior despedida, que se extendió casi una hora, el jet despegó rumbo a una pista de aterrizaje clandestina que se encuentra a las afueras del distrito federal mexicano debido a que no  deseo que personas indeseadas sepan de mi regreso a la tierra natal de mi madre y mucho menos que alguien me vea con Artemisa.

En el tiempo que demora el vuelo reviso con Patrick el esquema de seguridad que será usado durante mi estancia en suelo mexicano y acuerdo con él la realización de uno que sea permanente para mi hermana a quien no voy a permitir que lastimen mis enemigos ni los de sus padres o mi tío. También le pongo al día de mis planes para el coronel alemán e informo de la estrategia a seguir desde ahora con cualquier persona que se incluya en mi círculo cercano porque no estoy dispuesta a permitir que se repitan errores ni quiero estar desconfiando de cada persona a mi alrededor. Debatimos tácticas y procedimientos a realizar para que mi cometido en México sea cumplido y tras tres horas y media discutiendo qué hacer le pongo fin a la reunión con el propósito de pasar con mi hermana lo que queda de la travesía.

Aprovecho el trayecto con la niña para indagar sobre lo que le gusta y lo que no, sus pasatiempos y actividades favoritas e incluso sobre cómo es su convivencia con Hela y Vicente. Gracias a eso me doy cuenta de muchas similitudes entre ambas, tanto en el aspecto positivo como en el negativo, y ello le da más fuerza a la idea que desde hace un par de días ha cobrado vida en mi mente aunque, como es lógico, debo esperar antes de mover mis fichas para conseguir lo que quiero y por ende tendré que intentar tener una relación medianamente cordial con la mujer que me trajo al mundo el 13 de octubre de 1993.

Será más que difícil, eso lo sé, pero por Artemisa soy capaz de hacer ese enorme sacrificio. Espero que cuando crezca valore muchísimo lo que tengo en mente hacer porque no va a ser nada fácil para mí dejar mi orgullo a un lado después de tantos años aunque si la madre no pone de su parte yo menos lo haré, eso si lo advierto desde ya. Yo no tengo que andar rogándole a esa mujer que me deje estar cerca de mi hermana. Si se me da la gana me la quedo para mí sin avisarle y listo, que se joda Hela. Solo que de momento tengo que hacer un teatro con tal de que la niña esté tanto conmigo como con ese par y pueda darse cuenta de que evidentemente soy mucho mejor que ellos porque, o sea, ¿quién elegiría estar con un par de déspotas amargados teniendo una hermana tan genial como yo? Claro, esto lo digo con la gran humildad que me caracteriza, como la mujer tan modesta que soy que es incapaz de exaltar sus cualidades minimizando las de otros que, por cierto, no se comparan con las mías.

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