Capítulo 25

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Atenea

Mi hermana, Maximilian y yo al fin estamos llegando al edificio donde vivo luego de pasar toda la tarde dando vueltas por la ciudad. Al parecer el comandante no tenía nada mejor qué hacer y decidió pasar su tiempo con nosotras algo que realmente agradezco porque a pesar de su tira y afloja con Artemisa me fue de mucha ayuda. Yo no sé tratar con niños, lo mío son las armas, los coches y follar, lo de Max también pero a diferencia de mí parece tener más paciencia para lidiar con la cría. O bueno, quizá es que como estudió psiquiatría también le es más fácil o sabe manejar mejor la situación, no sé.

Pasamos las horas entre centros comerciales para comprarle ropa a mi hermanita; lugares donde vendieran algo de comer ya fuera helado, hamburguesas, pizza o cualquier cosa comestible porque he de decir que el metabolismo de esa niña no es normal, comía algo y a la media hora volvía a tener hambre. También fuimos al parque de atracciones de Berlín y para sorpresa tanto mía como de Maximilian la peque nos dijo que nunca antes había estado en un lugar así, que la única vez que pudo ver un parque fue en la tele y que sus padres al darse cuenta le prohibieron verla. Una situación verdaderamente lamentable.

Ningún niño debería estar privado de la diversión.

Yo de ahora en adelante me aseguraré de que no sigan arruinandole la infancia como lo hicieron conmigo aunque criandome con mi tío mi situación fue diferente pues en la medida de lo posible trataba de mantener un equilibrio entre lo que yo debía ser con sus consiguientes estudios y entrenamientos y lo que yo deseaba ser al exhortarme a aprender otras cosas lejos de las prácticas militares como tocar piano y tomar clases de baile las cuales me han servido de utilidad en misiones de la FIEM que son en las únicas donde me he infiltrado realmente porque como parte del ejército mexicano lo único que he hecho son capturas o eliminar gente, algo que por mucho es menos emocionante que sentir la adrenalina con el riesgo de que descubran tu identidad y etcétera.

El McLaren 720S Spyder negro del comandante se detiene frente a mi edificio y lo sucedido ayer regresa a mi mente. La pelea con Alyssa, las flores, la nota, la reveladora conversación con Sofía y su elección que tal vez no fue la más sensata porque quedarse a mi lado en estos momentos equivale a exponerse a una batalla en un pueblo lleno de civiles inocentes siendo tú el civil, claro está. Cualquier bala puede impactar en tu cuerpo de manera intencional o por accidente y justo eso pasa en mi vida ahora. Teniendo en cuenta esto puede que sea un error quedarme con Artemisa pero no quiero perder esta oportunidad y además a ella mientras esté conmigo la voy a cuidar de todos, hasta de mi padre porque si algo tengo claro desde que decidí traerla es que el ministro mientras menos sepa sobre esto mejor será.

―Bueno chicas ya cumplí con lo mío. Espero que estemos a mano, enana revoltosa ―dice el rubio a mi lado y no puedo evitar la sonrisa que aflora en mis labios ante el que parece un mote de carácter permanente porque desde que salimos del comando cada vez que hablaba con Artemisa se refería a ella de esa manera. Enana.

La niña no responde y volteo a verla dándome cuenta de que está con los ojitos cerrados y la cabecita echada para atrás. Eso solo quiere decir una cosa.

―Se durmió ―murmuro. ―En algún momento se le tenía que acabar la pila con tanto que hizo hoy ―comento tratando de no reír para no despertarla porque después sería dificil saber como hacer que se duerma, lo sé.

―Seguro que sí ―secunda él. ―¿Te ayudo a llevarla? ―Pregunta y asiento con la cabeza.

―Sí, por favor.

―Bueno entonces, ¿subimos?

―Sí ―acepto y extiendo la mano hacia la puerta del coche para abrirla. Cuando estoy fuera recuerdo todas las cosas que compré para la niña así que doy un par de toquecitos para que Maximilian baje la ventanilla. ―Abre el maletero ―pido y asiente.

Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora