Capítulo 12

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Maximilian

Hoy es el juicio de Santos. Luego de días revisando evidencia estoy casi convencido de que la FIEM ganará el caso contra él. Sin embargo, para asegurarme de ello he decidido jugarme una carta que podría ser un arma de doble filo.

―¿Estás segura de esto? ―Le pregunto a la mujer que se encuentra de pie a mi lado. Asiente luciendo decidida.

Hemos viajado a primera hora desde el comando hasta la prisión de máxima seguridad de la institución europea que se encuentra en un pueblo fantasma a las afueras de Berlín. Es decir, no aparece en los mapas. Ninguna persona sin autorización militar o judicial puede aparecerse tan siquiera por equivocación y tampoco cualquier agente tiene permitida la entrada al sitio. Solo los elementos de rango teniente en adelante tienen acceso para evitar una fuga o actos que afecten al gobierno alemán y también para preservar la seguridad de los reclusos, algo que en lo personal me da igual porque si de mí dependiera ya todas las escorias de aquí estarían bajo tierra.

―No me voy a amilanar, comandante. Necesito volver a ser la de antes y eso en gran medida depende de lo que pase en esa corte asi que voy a hacer lo que sea si ayuda a que termine jodido ―asegura con convicción.

No dudo de sus palabras. Si algo he aprendido en el poco tiempo que hace desde que la conozco es que logra lo que se proponga.

―De acuerdo. Siendo así solo te pediré que te atengas a lo que planeamos en la noche. Nada de improvisar ―aclaro.

Su tarea es entrar a esa sala y hacer que el tipo caiga por sus propias palabras. Una confesión suya sería la cereza del pastel para que la corte lo condene. Aunque no será nada fácil. La gente como él   prefiere jugarsela negandolo todo antes que confesar y hacer un trato con la justicia. Creen que el dinero les salvará el pellejo en cualquier circunstancia pero cuando se trata de la FIEM no es así, menos si estoy yo de por medio.

―Entendido, mi comandante ―contesta dándome la respuesta que necesitaba.

Tomo el radio que descansa sobre la única mesa que tiene el recinto desde donde lo veré todo al otro lado de la sala de interrogatorios. Busco la frecuencia que necesito para comunicarme con el custodio que se encargará de conducir al narco desde su celda en aislamiento hacia el local.

―Custodio Ortiz reportándose ―habla tras medio minuto.

―Conduzca al prisionero a la sala ―ordeno detallando las facciones de Atenea sin que se percate. Sus ojos dan cuenta del estado en el que esta al tenerlos enturbiados. «Tiene miedo» pero lo sabe disimular como la mejor de las actrices.

―Sí, señor ―contesta el guardia y corto la comunicación.

Me enfoco en la capitana.

Cualquiera pensaría que esta a punto de reencontrarse con un amigo a juzgar por su calma pero tras verla vulnerable ayer se que no es así. Su actitud es solo apariencia. A diferencia de los demas a mi no me engaña. Ya no.

―Atenea ―la llamo. Gira la cabeza clavando sus ojos en mí. ―Si llegas a sentir que no puedes sal de ahí ―me mira fijamente. ―Es una orden ―declaro.

No puedo permitir que tenga alguna crisis como las de ayer a mitad de interrogatorio. En parte porque así no me sirve.

―No se preocupe. Todo está bajo control. Puede creerme, comandante ―enfatiza sin despegar sus ojos de los míos.

«Mentirosa» Una muy buena mentirosa. Ni siquiera titubea.

―Espero que sepa actuar así de bien frente al traficante ―replico con voz dura. ―A mí no me engaña, capitana ―hago notar.

Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora