Capítulo 32

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Atenea

Al salir del edificio administrativo veo a Dominic vestido de civil, con esa pinta de hombre de negocios que le caracteriza fuera del trabajo, y con un ramo de rosas rojas entre sus manos que casi me hace sentir culpable por lo hecho minutos atrás. Intento seguir de largo sabiendo que el amargado a mi lado no reaccionará bien si me detengo pero el coronel se me atraviesa impidiéndome el paso y no me queda de otra más que frenar en seco antes de chocar con él.

―Justo ahora iba a buscarte a la oficina ―habla animado el de los ojos verdes y suspiro consciente de que no será nada fácil separar lo personal de lo laboral con mi novio.

Observo de reojo a Maximilian que luce medio irritado por la aparición repentina de su subalterno así que, aunque no es lo que me gustaría, decido sacar la frialdad que habita en mí para poder continuar mi camino cuanto antes.

―¿Qué pasa, Dominic? ―Pregunto cruzándome de brazos.

El matiz de molestia no pasa desapercibido para Miller que tras escucharme frunce el ceño y lamento que tenga que ser así pero con el animal que tengo a mi costado es imposible que sea diferente y menos ahora que he aceptado sus condiciones.

―Pues no pasa nada, Atenea ―luce dolido. ―Simplemente quería darte esto ―me da las rosas de mala gana y en un reflejo automático las acerco a mi rostro para olerlas ―, e invitarte a cenar pero ya veo que tienes otros planes que no me incluyen ―masculla ahora molesto.

―Perdón ―es lo que digo. ―Ya tenía planes desde antes ―me excuso y tampoco es que sea mentira.

Maximilian chasquea la lengua y esa simple acción me hace querer tirarlo del edificio más alto de Alemania porque solo eso es suficiente para atraer la atención del coronel.

―¿Tus planes son con él? ―Cuestiona y no quiero un ataque de celos así que niego con la cabeza.

―No ―contesto mintiendo descaradamente.

Sin embargo, el imbécil de ojos negros me contradice.

―Sus planes sí son conmigo, Miller. ¿Algún problema con ello? ―Dice con toda la tranquilidad del mundo el muy cabrón.

«Lo voy a matar.» Cuando me canse de coger con él.

Mi chico parece a punto de estallar de enojo por sus palabras por lo que le doy un codazo con toda la mala intención del mundo ganándome una mirada divertida de su parte.

―No tengo ningún problema con ello, Black, mientras sea algo laboral ―replica y algo me dice que el susodicho va a empeorarlo todo.

Rezo mentalmente para que no se le ocurra soltar ninguna estupidez que me perjudique porque en ese caso no habría nada que lo salvara de provocar a la bestia que en mí está encerrada.

―Pues ―deja pasar unos segundos sumiéndome en un suspense que detesto hasta que le da la gana de continuar ―, sí es algo personal ―contesta ahora serio. ―La capitana me está haciendo el favor de dejar que mi sobrina se quede en su casa por unos días ―añade y, aunque el alivio me recorre por completo, la confusión no se hace esperar.

«¿Por qué dijo eso?»

―¿Sobrina? ―Interroga con desconfianza y su jefe asiente con total seguridad. ―¿Y por qué tú no la cuidas?

―Porque no me gustan los críos y a tu "novia" se le da muy bien, Miller ―dice con simpleza saliendo del embrollo. No obstante, pude entender perfectamente el doble sentido de la última parte de su respuesta y el sarcasmo que le imprimió al término que me relaciona como algo del coronel.

Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora