Capítulo 21

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Maximilian

Lo sucedido entre la farsa que tengo por esposa y la capitana Martínez, ahora Müller, ha sido peor que un grano en el culo para mí desde ayer que Christopher llegó a mi casa exigiendo explicaciones de algo que más ridículo no puede ser.

Entre Atenea y yo no ha pasado nada más allá de un par de miradas, lascivas, sí, pero nada más.

Por fortuna hacen ya varios meses desde que la esquizofrénica aquella y yo vivimos separados porque creo que si llega a ser algo reciente le iban a cargar la culpa a la pelinegra sin siquiera haberse dado un beso conmigo.

El hecho de que Alyssa tenga celos de la ojos grises me importa un rábano pero me da pena ajena su comportamiento en la casa de la hermanastra que debo decir me habría hecho un favor enorme si la hubiese matado, uno tan grande que en lugar de ser viceministra le hubiera ofrecido en bandeja de plata el puesto de comandante. Sin embargo, el destino tenía otros planes y colocó a mi suegro en el lugar y momento indicado para evitar una tragedia que, reitero, no la habría considerado como tal y la hubiese celebrado como el mejor acontecimiento del año. Sinceramente, de haber sido yo quien entró a esa casa en lugar del ministro creo que lo más probable es que le hubiera pegado un tiro yo mismo a la loca esa y habría dicho después que fue un acto en defensa propia o cualquier cosa parecida y todos muy felices y tranquilos.

«Nah, yo muy feliz y tranquilo. Los demás me dan igual.»

Como sea, lo importante aquí es que la tengo que seguir soportando por un tiempo pero ella solita con lo que hizo me dio un arma poderosísima ante el juzgado de lo familiar porque si Atenea accede a hacerme una copia de las imágenes de seguridad mis abogados podrían ponerse a trabajar en una demanda de divorcio por inestabilidad mental. Lo que ha hecho no lo haría alguien en sus cinco sentidos evidentemente y si las cosas fueron como me dijo mi suegro es aún mejor para mí, también podría demandarla por calumnia y difamación. Claro que en ambos casos el testimonio de la capitana de ejército sería la bala que me daría la victoria definitiva, por ello me propuse convencerla aunque deba aceptar cualquier petición que se le ocurra. No soy idiota. Se que algo va a pedir a cambio, alguien como he analizado qué es ella no hace las cosas sin obtener algún beneficio.

No obstante, no tengo que esperar tanto tiempo para alejar a Alyssa pues las leyes de la milicia penan severamente la agresión física de un activo a otro, sobre todo si el agredido tenía desventaja o fue tomado por sorpresa y precisamente el hecho acontecido en horas de la noche de ayer cumple con lo necesario para entrar en este tipo de agresión. Puede que Atenea haya ido armada con un cuchillo pero estaba en su casa y no fue ella la iniciadora del conflicto, por eso solo se le impondrá una sanción mínima que elegirá el coronel Miller. En cambio, mi esposa, será sometida a una junta militar que decidirá la gravedad del asunto y la sanción correspondiente por el mismo y esta será llevada a cabo a primera hora el día de mañana. Lo positivo de la junta es que por mucho peso que pueda tener la palabra del ministro en otras circunstancias en esta ocasión solo estará ahí como testigo del suceso al tener relación cercana con ambas mujeres, lo malo es que como soy el esposo de la acusada tampoco puedo intervenir así que todo quedará en las manos de Miller y Keller. Debería estar también la capitana del ejército alemán pero al estar implicada directamente con los sucesos solo acudirá en calidad de víctima.

―¿Comandante Black? ―Escucho una voz femenina preguntar de repente haciéndome salir de mis cavilaciones y abrir los ojos que cerrados estaban.

Al levantar la mirada encuentro a una cría de cabellos color oro que parece sacada de un cuento de princesas parada frente a la puerta de mi oficina. Sus ojitos negros me observan con atención esperando que salga del trance en el que estaba sumido y con extrañeza asiento.

Peligrosa Atracción [Próximamente en físico y ebook]#PGP2024 #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora