Posesión...

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Estábamos allí sobre aquella mullida alfombra, la besaba con pasión y un deseo desmedido.


Ella me besaba sin duda alguna.


Dejaba escapar suaves gemidos ante cada caricia y rose.


Delicada y frágil pensé.


Busqué su mirada algunas veces y vi en sus ojos diversión. Aquello le divertía pude denotar picardía en su expresión.


Estaba acomodado entre sus piernas era solo cuestión de disponerme, pero quería jugar un poco. ¿Por qué no mostrarle lo divertido y satisfactorio que podía ser todo aquello del juego previo?.


Abandoné sus labios y me fui deslizando por su cuello, en mi descenso me detuve a jugar un poco con sus senos. Parecía ser hipersensible ya que aquello pareció volverla loca, gemía de una manera que me excitaba como el demonio. ¿Dónde demonios estaba mi contención?.


Probablemente en algún lugar del infierno.


Acariciaba mi cabello mientras yo mordisqueaba, besaba y tiraba de ellos. Estaba tan receptiva que se había abierto de piernas más que al principio. Me preguntaba ¿Cómo reaccionaría si mordiera más de la cuenta? Y así lo hice apretando más. Su respuesta fue un gruñido seguido de un sonoro gemido a la vez que tiraba fuerte de mi cabello haciéndome gruñir.


Aquello me entretenía pero quería ir a su centro. Así que abandoné su pecho deslizándome por su abdomen. Descendí a su ombligo y un poco más abajo. Se arqueo justo cuando estaba llegando al área prohibida. O más bien el área cincuenta y uno ya que debía ser de otro planeta para que nadie la hubiera visto o tocado nunca antes.


Aquella mujer era hermosa ¿Cómo es que nadie la había estrenado? Aun que luego entendí que su personalidad no le ayudaba era una perra en cuanto a carácter.


Di un beso corto justo allí. Dejó escapar una risilla nerviosa e hizo el amague de cerrar las piernas pero lo contuvo.


̶ ¿Veamos que tan fuerte eres ahora?. - Dije viéndole con una media sonrisa llena de maldad, ya que se había incorporado un poco para ver lo que hacía.


Frunció un poco la expresión y antes de que pronunciara palabra alguna me abalancé sobre mi presa. Un comienzo delicado y se dejó caer sobre la cama dejando en el aire un gemido de sorpresa. Mientras mi lengua se divertía jugando con su nuevo juguete, ella se retorcía y gemía de una manera que me enloquecía.


Quería que suplicara piedad.


Quería poseerla pero aun no era el momento su estado no estaba lo suficientemente alterado para mí. Agilicé aun más, a lo que ella trataba de aferrarse a las sabanas y trataba de conseguir aire el cual por el momento parecía no estar disponible.

¿Gigolo?Onde histórias criam vida. Descubra agora