Después de toda aquella odisea en el hospital regresamos a casa, de solo llegar Liam se abalanzó sobre mi llenándome de caricias, y yo por igual, decidí volver a casa por dos razones.
La primera razón y la principal era Liam, no quería que se diera cuenta que algo pasaba y la segunda era que independientemente de todo Roderick era mi amigo, se disculpó hasta el cansancio y siendo honesta en parte entendía su preocupación, y aun que quizás no fuese el mejor método para hacerse entender, yo le debía mucho, además con el ajetreo no podía hacer mucho.
Ya más adelante vería que hacía, había insistido mares que me quedara en casa y acepté ya que no podía negarle algo tan simple, por las cosas que había hecho antes, yo le había fallado primero no era simplemente tan fácil, ambos nos habíamos fallado mutuamente.
Me dormí en la habitación de Liam no había sitio más ideal para mí que la cama de mi pequeño.
Aun no le decía nada de mi estado ya que quería esperar el momento justo, no sabía cómo terminaría todo esto, pero esperaba que no tan mal, Stefan ya sabía que estaba embarazada y que quizás mis bebés fuesen suyos.
Se supone que debería tener un estimado por las fechas pero no tengo claro absolutamente nada, solo sabía que no sabía nada.
Amaneció más rápido de lo que me hubiera gustado, y lo cierto que es que estaba tan agotada mentalmente que no podía dar un golpe.
Preparé o más bien revisé a Liam antes de irse a la escuela ya que este desde los tres años se había proclamado autosuficiente y solo me dejaba arreglarle mínimos detalles.
Adoraba a mi comendador, no lo confundan con chica da silva, ¡jamás!.
Y pues el chofer vino en su busca para llevarlo a la escuela, estaba desayunando muy pausadamente y lo cierto era que no pensaba en nada, estaba tan desganada que no podía ni pensar.
Minutos después observé a Roderick descender y acercarse a mí, me quedé inmóvil y este me planto un beso en la frente, tan delicado como tierno.
Me puse en pie dispuesta a irme pero me retuvo.
̶ Te pido que te quedes... . - Dijo sin apartar su mirada de la mía.
̶ No puedo hacer eso. - Dije decaída.
̶ Escucha... Zamira... No me importa lo que haya pasado, no me importa si estuviste con él, si no sabes quién es el padre de los gemelos, nada de eso importa, yo te quiero aquí conmigo, quiero esto que tenemos, quiero a esos bebés por el simple hecho que sean tuyos y los lleves dentro, así no sean míos, nada de eso importa ya. - Dijo tan calmado y genuino.
̶ Yo... no estoy... . - Dije a duras penas ya que prosiguió.
̶ Para mí siempre serás tú, sé que no soy perfecto, pero puedo mejorar. - ¿Era enserio? No pude evitar llorar ya que se creía imperfecto, pero no habría dos hombres en la tierra como él. - Somos más que pareja... somos amigos... y eso no quiero perderlo.
Lo cierto era que tenía razón por alguna extraña razón me sentía más protegida con él y el hecho que decidiera criar conmigo a los gemelos aun si no fuesen suyos era algo que me sacaba de base, la prueba era como había amado a Liam como si fuese suyo, lo cuidó y amó todos estos años, con un amor de padre sumamente fiel.
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¿Gigolo?
Teen FictionZamira Monte Cristo es una estudiante de medicina y una joven poco usual, con un carácter extremadamente fuerte e imponente últimamente se siente desubicada. no tolera a sus amigas, sus cinco estrellas de la suer...