Un incomodo momento...

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Stefan

O bservaba su partida desde el porche y me debatía internamente si debí retenerle más.

Aquella mujer me excitaba de una forma inexplicable, cada caricia, rose y beso me hacían anhelarle más y más, no entendía como una virgen podía ser tan sexy, provocativa y la vez tan frágil. Todas y cada una de las veces que se quebró frente a mí, valoraban lo frágil que era, y a la vez su fortaleza.

Había aguantado una noche conmigo y aquello era merecedor de reconocérselo, la verdad siendo honesto fui lo menos brusco posible así que ella no había siquiera estado cerca de tocar fondo, estaba muy lejos de aquello.

Después de ver su auto perderse por completo me regresé dentro ya que afuera hacia un frio bestial, mientras subía a ducharme, repasaba cada detalle. A menos no se quejaría y podría mantener mis testículos justo en su lugar por mucho tiempo más ya que Camile odiaba las quejas. De seguro le llamaría más tarde para preguntar si había quedado satisfecha.

Aunque por la forma en que caminaba deduje que esa sería su única queja.

No había besado nunca a ninguna de mis clientas. Para mí los besos estaban fuera de contrato. Los besos para mi debían darse a la persona que te atrae de cierta manera y resulta un reto más adelante. A Leah la besaba sin dudármelo, me ponía de una forma que aun me sorprendía.

Y me era tan natural querer besarle tanto, al salir de la ducha y vestirme tomé mi móvil y busqué las fotos que le había tomado. Se veía tan hermosa y angelical, la foto era algo mágica. Aquella sabana cubría lo esencial dejándote querer ver más, ella estaba pecho arriba semí de lado, se veía la mayor parte de sus largas piernas, la sabana se acomodaba en forma de escote tradicional en su pecho. La luz tenue le hacía parecer una visión como si fuese una ilusión.

Me sonreí a mí mismo y negué con la cabeza. Ella debía volver a ser mía eso lo juraba por mi vida. Había intentado invadir su móvil mientras dormía pero estaba codificado y me fue imposible.

No sabía cuánto tiempo me llevaría el dar con ella por mi cuenta, pero siempre había una mágica opción, obviamente como último recurso, y aquella consistía en invadir la oficina de Camile aquello era misión suicida además de imposible.

Apenas si dejaba aquel lugar.

Pasé por casa un momento, jugué un rato con el pequeño Liam y como siempre una conversación con mi madre se tornaba discusión. Me dispuse más tarde en ir a la compañía.

Al llegar a Fantasy en los camerinos divisé a mis hermanos. Preparándose para el show.

̶ Hey Stefan!. - Vociferó Taylor sonriente.

̶ Que se cuentan maricos. - Dije sonriendo levemente mientras hicimos nuestro respectivo saludo, el cual consistía en frotarnos los hombros y deslizar los brazos hasta que nuestras palmas se encontraran y se atraparan, semí abrazarnos y con la mano libre golpearnos la espalda, tocarnos el trasero y gritar como si fuésemos un homosexual ofendido.

La compañía tenia modelos homosexuales y eran muy amigos nuestros de hecho nuestro saludo lo inventamos en una tarde que pasamos con ellos en Londres. Si se lo preguntan sí... nos dio por almorzar en Londres y nos fuimos todos los modelos una noche antes para estar allá justo a esa hora.

¿Gigolo?Onde histórias criam vida. Descubra agora