Barbarella...

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L e observaba vestirse con dificultad a los pocos pasos que llegó a dar se tambaleaba y fruncía mucho la expresión al agacharse se llevaba la mano al bajo vientre, supuse se me abría pasado la mano pero lo valió.

No solo ella salió sufriendo de todo aquello sentía muy irritado a mi fiel amigo y como no si fui prácticamente un animal.

̶ Pudiste haber sido menos agresivo. – Dijo quejumbrosa.

̶ Fue tu castigo por mentirme. – Dije con expresión descarada.

̶ ¿Mentir?.

̶ Me dijiste que tu nombre era Leah y no es así.

̶ No mentí. – Dijo segura.

̶ ¿Leah Zamira?. ¿Qué clase de nombre es ese?. – Indagué sarcástico.

̶ Un nombre... - Respondió encogiéndose de hombros.

̶ Tu madre debió estar demente. – Dije carcajeándome.

̶ Por el culo te metes ese comentario. – Dijo con expresión cruda.

̶ No has preguntado por el mío. – Dije ladeando la sonrisa.

̶ ¿Por qué no me interesa quizás?. – Dijo con retintín.

̶ Para que lo sepas si me llamo Ángel. – Dije observando su cuello iba a continuar para decirle mi nombre completo pero me interrumpió.

̶ ¿Te quieres callar?. – Dijo irritada.

Esta mujer sí que era un desafío y eso me llamaba más hacia ella.

Su piel era muy sencilla tenía un gran porciento enrojecida lo cual se convertiría en moretones más adelante, la huella del cinturón había quedado impregnada en su cuello, sacó de una gaveta una blusa de pijama y una bata blanca para cubrirse bien las marcas, pero la de su cuello era por demás evidente.

Ninguno pronunciaba palabra mientras se terminaba de vestir fui por mi chaqueta y le extendí un papel.

̶ ¿Qué es?. – Preguntó cuando se dio la vuelta a verme.

̶ Es tuyo...

Tomó el papel y al abrirlo parecía bastante sorprendida.

̶ Esto es un...

̶ Un cheque por cien mil...

̶ Pero yo no...

̶ Es el dinero que pagaste por tu primera vez. – Dije con semblante serio, quería que ella supiera que no estaba bromeando, su expresión se nublo.

̶ ¿Por qué me lo regresas? . – Preguntó confundida.

̶ No lo quiero... yo me hubiese acostado contigo por el simple gusto. – Dije ladeando una sonrisa casi imperceptible.

Ella parecía algo anonadada y perdida.

̶ ¿Es una broma cierto?.

̶ No... jamás bromearía con eso ya te lo dije me hubiese acostado contigo por el simple gusto de tenerte dominada de bajo de mi , sudando mientras gritabas mi nombre. – Dije descarado

No le causo gracia alguna su inexpresion siempre llamaba mi atención se veía tan misteriosa cuando no expresaba nada.

̶ Debes irte ya. – Dijo azuzándome.

¿Gigolo?Onde histórias criam vida. Descubra agora