Agradecía a Dios infinitamente el hecho que todo sucediera de una manera tan natural y fluida, mi relación con Camile iba de las mil maravillas, era asombrosa... simplemente esplendorosa.
Era maravillosa alguien como ella merecía toda la felicidad del mundo a sus pies podría ser la madre perfecta, ella seria la descripción de aquella palabra.
Amaba a Liam como si fuese suyo, y aquello me hacia sumamente feliz.
Habíamos pasado mucho tiempo juntas en las últimas semanas y estaba encantada con la idea de mi plan secreto de concepción.
Que puedo decir la maldad se hereda.
Mi trabajo iba de las mil maravillas las chicas y yo nos acoplamos de muy buena manera a nuestra nueva vida.
Roderick estaba de ensueño y que puedo decir era mi hombre perfecto, cualquier mujer desearía un hombre como él.
Incluso me sorprendía que me agradara tanto era algo que no iba con ninguno de mis principios, pero que puedo decir una se acostumbra a los buenos tratos.
Liam se portaba de maravillas excepto cuando la pequeña y dulce Amith aparecía, se ponía de malas como si estuviera poseído y le trataba fatal.
Llegué incluso a castigarle varias veces lo cual me hacia llorar, ya que no me gustaba ser dura con él.
Grissel le restaba importancia pero era obvio que algo no estaba bien.
Todos éramos felices y funcionales en nuestras nuevas vidas, Stefan era algo que simplemente me trastornaba la paciencia, buscaba cada mínimo momento para fastidiarme, robándome besos y tomándome las nalgas, era simplemente algo inaceptable.
Intentaba ignorarlo pero era imposible, era tan insistente que causaba tentación, incluso llegamos a un punto en el que creí no habría vuelta atrás, estábamos en mi closet el cual debo agregar era enorme parecía una habitación, pues resulta ser que había dejado a Liam dormido de lo agotado que estaba, y se infiltro en mi habitación, estaba solo en bragas de encaje negras y recién había alcanzado el sostén, cuando me tomaron de la cintura y tiraron de mi, de una manera tan sexy que me estremeció causando que la electricidad corriera por todo mi cuerpo.
Sabía que era él, era su olor y se dispuso a jugar conmigo, ignorando mis negativas me tumbó sobre la mesita blanca que iba a juego con los taburetes de cuero blanco y se dispuso a besarme y tocarme lleno de lujuria y pasión, y como soy de acción rápida ya estaba bien elevada, suspiraba ante cada caricia, beso, mordida y rose.
̶ Siempre serás mía. - Susurró en mi oído lo cual me votó por los aires.
Y como todo el mal en la vida se doblega ante el bien. resulta ser que Roderick había pasado a recoger unos papeles súper importantes y a Stefan le tocó esconderse entre mis cosas.
No me había quedado de otra más que recibir a Roderick en bragas y a puro trancazo ya que no alcance a ponerme nada.
̶ Amo llegar a casa... . – Dijo divertido suspirando con aquella sonrisa ladeada que removía todo en mí a la vez que me devoraba con la vista.
Y pensé ya que soy una maldita porque no serlo a lo grande.
Le llamé con el dedo índice y con un semblante maligno y sensual, al cual por más que intentaba nunca podía resistirse.
Stefan iba a conocer lo que era el respeto a lo ajeno y estaba más que dispuesta a darle una lección, yo ya no era su juguete.
Se acercó a mi lleno de pasión llenándome de besos y caricias y nos fuimos directo a la cama, me encantaba lo salvaje de Roderick algunas veces así que lo incite a lo perverso.
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¿Gigolo?
Teen FictionZamira Monte Cristo es una estudiante de medicina y una joven poco usual, con un carácter extremadamente fuerte e imponente últimamente se siente desubicada. no tolera a sus amigas, sus cinco estrellas de la suer...