Estaba en la entrada del Garden y mientras el guardia muy triste me saludaba yo trataba de no echarme a llorar antes de tiempo.
Sin siquiera pensarlo estaba vestida para la ocasión ya que la ropa que decidí llevar en la maleta de la conferencia era de colores neutros, llevaba una blusa blanca ceñida de tiros, vaqueros negros los cuales siempre han sido mis favoritos por mucho al igual que los botines negros y los grises, pero llevaba los negros y una cazadora, mi coleta aun hecha un desmadre lucia muy bien, se veía natural.
Al cruzar la entrada de la casa y estacionar me topé con George uno de los choferes de la casa quien al verme asintió levemente con expresión penosa, se me escapó un sollozo que me hizo doler la garganta del nudo que tenia.
Aquella casa se sentía tan fúnebre, mirando a mi alrededor me percaté de que no había más autos ni gente allí.
A paso sigiloso me acercaba a la puerta toqué y esperaba a que abrieran. Pude haber entrado pero preferí tocar.
Minutos después la segunda mucama Marta abrió la puerta.
̶ Niña Zamira... . – Dijo recargándose sobre mí en un fuerte abrazo. El cual correspondí entre llantos y pequeños quejidos.
Nos abrazamos un buen rato hasta que rompió el mismo observándome detenidamente.
̶ ¿Dónde está?. – Pregunté a duras penas.
̶ En el salón... . – Respondió tratando de recomponerse.
̶ ¿Y América?. – Pregunté interesada ya que hace rato si hubiera estado me salta encima.
̶ Ha salido con el mejor amigo del niño Stefan a traer algunas cosas. – Respondió cediéndome el paso.
Asentí levemente y me adentré lentamente en la casa, caminé hasta el salón y allí estaba el féretro rodeado de varias coronas de flores blancas y muchas rosas, sollocé forzadamente, mientras con jipió, la mano en el pecho y hecha un mar de lagrimas me acerqué.
Toqué aquella refinada madera de un color caoba intenso con un temblor a repiqueteo, deslicé la mano lentamente y levanté la cara del ataúd para verle una última vez.
Fue un tanto sorpresivo para mi verle así tan inerte como si de un maniquí se tratase, me sentía ofuscada no respiraba bien, la muerte era tan difícil de comprender y aceptar. acaricié su pelo canoso y me incliné a besar su frente.
̶ Prometo nunca dejar a Liam. – Dije entre lágrimas y sollozos llenos de amargura. ̶ Prometo estar siempre en su vida.
Me incorporé un poco y me eché a llorar amargamente entre gritos y una mezcolanza entre ira e impotencia.
Algo muy extraño se asomó a mi pensamiento y era el hecho de que no había nadie allí. Seria acaso ¿Que su familia solo la conformaban ellos?. en una ocasión Mane me había explicado que toda su familia se había puesto en su contra cuando decidió casarse con su esposo Arthur, ya que cuando eran novios este no tenia en que caerse muerto y ella era hija de personas muy importantes, Arthur nunca quiso que su adorada perdiese su estilo de vida y por ello levantó todo un imperio para que Mane nunca pasara necesidad alguna.
Aun así no había nadie de las empresas ni vecinos y mala persona Mane no era, quizá en el entierro se manifestarían sus presencias.

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¿Gigolo?
Teen FictionZamira Monte Cristo es una estudiante de medicina y una joven poco usual, con un carácter extremadamente fuerte e imponente últimamente se siente desubicada. no tolera a sus amigas, sus cinco estrellas de la suer...