Una visita extraña...

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Zamira

E staba en la estación de enfermería jugando con las chicas. Habían pasado exactamente tres días desde la noche en que entregué mi virginidad.

Tres días en los que ya estaba algo recuperada pero aun debía usar mangas y fingir caminar bien ya no me lastimaba.

Por jugar entiéndase de provocar a alguna de las chicas hasta que lanzara algo.

Me encantaba hacer enfadar a Grissel ella era sumamente irritable, era la persona más irritable del mundo. No había quien discutiera con ella, siempre de la nada se exasperaba, vivía estresada pero según ella esa era su forma de vida y debíamos respetársela.

Discutir con ella era como hablar con una pared.

Ella odiaba con alegocía que le hicieran la misma pregunta repetitivamente y eso hice hasta que se enojó y lanzó en mi dirección el retenedor de hierro de los documentos.

No alcanzó a golpearme pero todas reían a mares.

Estábamos solas ya que los residentes se habían ido a entregar la guardia y aquello duraba alrededor de dos horas o quizás más.

Seoanne me sugirió subirme a uno de los carritos en los que se transportaban los medicamentos, y eso hice. Mientras gritaba como loca.

̶ Wiiiiiiiiiii!! Yupi!!!!!!! Siiiiiii!!. – Parecíamos crías pero qué más da. Éramos muy felices.

De pasillo en pasillo cruzaba gritando y cada vez que pasábamos por las puertas de algunas habitaciones chillaba pero en unos decibeles muy bajos.

Al llegar al centro del segundo piso nos topamos con el jefe de emergencias lo que provocó que Seoanne quien lo viese primero me tirara al suelo inclinando el carrito.

Me fui de boca al suelo confundida y sin entender. Hasta que le vi frente a mí.

Se acercaba charlando con una mujer muy hermosa.

̶ Monte Cristo... . – Dijo mirándome con cara de ya sé lo que hacías.

̶ Dr. Ruiz... . – Dije con respeto mientras se asomaba una sonrisa indiscreta en mi semblante.

̶ Aquí la Sra. Borton le busca. – Dijo azuzando a la mujer que estaba a su lado a acercarse.

Era una mujer muy hermosa de pelo negro largo e igual que el mío, su semblante me recordaba a alguien es solo que no sabía a quién. Tenía los labios pintados de un rojo esquizofrenia y un vestido muy sexy y elegante, ceñido de color negro que daba muy por encima de sus rodillas, sexy pero no de manera que pareciera vulgar.

Sus facciones me eran tan familiares, ella solo se limitó a acercarse con una leve sonrisa. La cual también me era muy familiar.

̶ Srta. Smith venga conmigo hay muchos pies diabéticos que aclaman sus maravillosas manos. – Dijo el Dr. Ruiz con matiz descarado. La estaba castigando por dárselas de chofer. Seoanne tenía esa expresión en su rostro que rogaba la matasen.

Quedamos a solas aquella mujer y yo. Ella me observaba de una forma inquietante.

̶ ¿Zamira?. – Indagó antes de que siquiera pronunciara palabra.

¿Gigolo?Onde histórias criam vida. Descubra agora