¿Y si la respuesta es sí?

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̶ ¿Te casarías conmigo?. – Preguntó con un temblor a repiqueteo.

Estaba tan profundamente sorprendida que no osé siquiera moverme, yo reconocía a la perfección aquella cajita y por supuesto que la joya mucho más.

̶ ¿De dónde la sacaste?. – Pregunté algo atontada.

̶ ¿La reconoces? . - Preguntó asombrado.

̶ Sí... . – Dije tan rápido e impulsivamente que sonó a reclamo, opté por calmarme y respirar. – Digo... La encontré por error buscando algo entre las cosas de Roderick, nunca supo que sabía, Y siendo honesta es más que evidente que no es tuya, tiene una R y una Z dentro. – Dije más calmada y comprensiva. -¿Cómo es que la tienes tú?.

̶ Me la entregó antes de morir... Me la dio y me pidió que cuidara de ti... de Liam y las bebés. – Dijo muy pausado y aquello me hizo sentir muy mal, tanto que no pude evitar llorar, incluso antes de su muerte pensaba en mí.

̶ Por eso te traje aquí... solo aquí me sentía seguro y con el valor suficiente. . – Estaba confundida muy confundida.

¿Qué debía hacer?. sé porque lo hizo... pero pedirme matrimonio justo aquí era como matarme.

Estuve mucho tiempo en total silencio... hasta que Stefan volvió a preguntar.

̶ Entiendo que quizás no es el mejor lugar... pero quiero ser parte de tu vida, no solo formar parte, ser ella, desde el primer momento en que te vi te adheriste a mí, no concibo no pensar en ti un solo día, siempre estás ahí, tan presente, tan viva, no me avergüenza si me rechazas, tampoco me avergonzaría decirte que te amo, que eres la mujer de mi vida, dos veces me enamoré perdidamente de ti, te he perdido muchas veces, y no pienso perderte una más, no me lo perdonaría.

En ese momento estaba hecha un mal de lagrimas... sentimental... sentimental... sentimental...

̶ Déjame ser el hombre que mereces... déjame estar a tu lado... si te pierdo ahora no solo te perdería a ti... perdería dos versiones más de ti y debo admitir que sería una derrota muy desgarradora.

Hizo una pausa para limpiar mis lagrimas con una serie de besos cortos.

̶ Leah Zamira Monte Cristo... ¿Te casarías conmigo? ¿Me harías el honor de ser mi esposa?.

No sabía que decir mi corazón iba como caballo, a troncadas, y luego sentí una brisa muy tenue y melancólica que besó mi rostro, dándome una paz que hace tiempo no sentía, era muy difícil y extraño de explicar pero me dio el empujón que necesitaba.

̶ Sí... - Respondí a la vez que asentía.

Ambos nos sonreímos me colocó el anillo, y nos dimos un beso muy tierno y debo admitir que los nuevos besos de Stefan comenzaban a gustarme bastante.

Sentía que en aquella brisa estaba Roderick empujándome a tomar una nueva vida, antes de partir Stefan sacó unos ramos de flores blancas que llevaba en la cajuela y las colocamos en su tumba, no sin antes darle las gracias.

Solo sabía que no tenía ni idea de cómo me sentía, era una mezcla muy extraña pero agradable a la vez.

Stefan estaba que bailaba en una pierna de la felicidad, su sonrisa de oreja a oreja lo delataba y su sonrisa me hacia sonreír por igual.

¿Gigolo?Onde histórias criam vida. Descubra agora