Zamira
Los gritos iban y venían mis ojos pasaban de Camile a mi madre tratando de entender todo lo que escuchaba y solo pensaba en que siempre me había preguntando la escases de parentesco entre mi madre y yo.
Con el tiempo dejé de pensar tanto y buscaba resguardar ese parentesco a mi padre. No era posible que ella estuviese mintiendo éramos idénticas e incluso aquella vez en el hospital sentía que era parte de ella, como si fuese una extensión de mi.
Pensaba que era la droga haciendo efecto en mi pero no me equivocaba, mientras escuchaba las atrocidades cometidas por mi padre el hombre que siempre había sido y seria mi primer amor, No podía seguir allí sentía que quería morirme o en su defecto la tierra me tragase.
No tuve más remedio que salir huyendo de allí, estaba tan herida, confundida e impactada que la falta de aire se hacía más notoria, estaba de frente a unos de los enormes arboles de la entrada tratando de calmarme.
¿Qué se supone debería hacer? ¿Qué se supone debería decir?, no podía rechazar a Camile ella no tenía la culpa de nada, había sido ultrajada, estafada y engañada de la manera más vil y cruel.
Ella no merecía un rechazo por mi parte no me comportaría como en aquellas novelas donde se hace un drama, estaba a punto de cumplir veinticinco años tenía un hijo, una familia que quería aumentar y era exitosa a nivel profesional, ella se había perdido toda mi vida, mis logros, mis fracasos era lo mismo que si yo me perdiera la vida de Liam por alguna razón, no lo toleraría yo había sufrido mucho por Liam, no me imaginaba el dolor que debió suponer para ella perderme así de pequeña.
No se equivoquen había sido muy feliz, crecí en un hogar lleno de amor fui muy consentida y amada.
Sentí su presencia y no sé como sucedió pero tan natural como respirar me arrojé a sus brazos en busca de consuelo, un consuelo que no tardó en llegar.
Estaba muy afligida y en el fondo decepcionada de que mi mundo perfecto o el que creía perfecto hubiera sido una simple mentira, una basura, un cadáver echado a perder.
Stefan me acogía de una manera muy tierna y sobrecogedora, era increíble el cambio que había dado, pero esa no era mi misión primordial en estos momentos.
Varios minutos después los cuales me parecieron horas decidí entrar acompañada de Stefan, al entrar al salón todos se pusieron en pie expectantes en especial Camile y mi madre, en total silencio fui acercándome a ellas.
Camile estaba allí con ojos llorosos atenta al más mínimo movimiento, le sonreí débilmente y aquello sumado a que hice el amague de extender los brazos le dio el punto de arranque para correr a mí y apresarme en un abrazo que no solo me lleno el alma sino también el corazón, Me sentía distinta como si un gran peso escapara de mis hombros.
Fue el abrazo perfecto en el momento perfecto, me abrazaba entre llanto y una mezcla de felicidad y sentí como también su peso disminuía, tomó mi rostro con ambas manos mientras me observaba con cierta adoración.
Como si todo su mundo se acabase de detener justo allí.
̶ Ni un día mas... - Dijo como un leve susurro.
Asentí y volvimos a abrazarnos como firmando el pacto de que no nos perderíamos un día más de la otra.
Observe a las chicas y tenían en sus rostros esas estúpidas caras de ternura que tanto odiaba y que aprendí a amar por Liam.
Después me dirigí a mi madre la cual observaba todo con tristeza como si fuese su culpa.
̶ No por esto dejaras de ser mi madre... te amo como tal y siempre te amaré. – Dije abrazándole la cual me devolvió el abrazo llenándome de besos.
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¿Gigolo?
Teen FictionZamira Monte Cristo es una estudiante de medicina y una joven poco usual, con un carácter extremadamente fuerte e imponente últimamente se siente desubicada. no tolera a sus amigas, sus cinco estrellas de la suer...