Déjate dominar...

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M e puse en pie lo más aprisa posible pero no lo suficiente para evitar que me apresara con sus fuertes brazos.

̶ Tú me perteneces... - Susurró en mis labios mientras me apegaba a él frotándose contra mí. Nisiquiera objeté ¿Para qué? Si de todas formas me entregaría a él sin dudármelo un solo segundo. No me culpen el fuego se siente muy bien y es atrayente.

Lo miraba y sabia justamente lo que transmitía le transmitía lujuria, deseo y permiso... sí... permiso para disponer de mí en la manera que quisiera.

Su sonrisa ladeada me dio la pista que había entendido a la perfección el mensaje.

Rasgó la fina blusa de mi pijama lo cual elevó mis sentidos dejándome escapar un suspiro sorpresivo. Me besó de tantas maneras, me gustaban sus besos borraban cada ápice de juicio en mi mente, me incitaban a lo perverso.

Su lengua se divertía juguetona y la mía se sentía Dora la exploradora, explorando cada rincón, ambas danzaban alegrijes.

Quería deshacerse de mi sostén y tiró de la parte trasera justo en el abrochador supuse ya no serviría más. Recorría despacio y ágilmente su descenso desde mi cuello hasta mi pecho. Al llegar allí no sé cómo me elevó arrastrándome hacia atrás y me colocó sobre uno de los carritos de transporte.

Se alejó para quitarse la camiseta y pude ver ese torso tan perfecto y sexy. Creo que hasta se podría decir que lo extrañaba supongo es un extrañar muy raro y falso ya que ni recordaba a Ángel, suelo cerrar muy rápido capítulos de mi vida y aquel hasta ahora había estado más que refundido en el olvido.

Volvió a mis labios respondí cada beso con una entrega absoluta, fue a mis pies y me quito las zapatillas de trabajo, las medias y arrastró consigo el pantalón de la pijama dejándome en bragas.

Le sonreía malévola y el por igual. Juraría que si no fuéramos tan diferentes nos hubiera parido la misma mujer. Éramos exactamente iguales en algunos aspectos.

Se acercó y aferró mis muslos con sus manos mientras yo recorría su torso sintiendo esos perfectos músculos, llevé mis manos a su tatuaje y le dio un respingo. Ambos dejamos escapar una serie de risillas lo acariciaba de la misma forma en la que él a mí sin querer perderse nada.

Abandoné sus labios y me deslicé por su cuello y sus hombros, quería seguir descendiendo pero reclamó  mi total atención, parecía feliz por demás y tiró de mis piernas cortando más la distancia y justo allí pude sentir su erección.

Sentía que me moría sentía emoción, deseo y unas infinitas ganas de que ya estuviera dentro de mí.

Deslizó su mano desde mi pubis hasta el pecho 'provocando que el vello se me pusiera en punta me echaba hacia detrás, cedí hasta quedar recostaba y fue directo por su presa.

Mis bragas... agradecí no las redujera a un simple trapo podía prescindir del sostén más no de las bragas, alejó mis piernas abriéndose espacio y zas!, ya me sentía en el paraíso. No sentía vergüenza alguna ¿Tan ramera me había vuelto?.

Esta era su venganza y la estaba disfrutando bastante, pareciera que fuese a tragarse mi vagina, gemía de una manera descontrolada apenas si respiraba, me dejé llevar por aquella sensación y no pensaba en nada que no fuera sentirme bien.

¿Gigolo?Onde histórias criam vida. Descubra agora